Que el moro de Granada
ha escrito a Benyucaf que partió luego
de Jubenamarín con gruesa armada,
y entraban ya, señor, a sangre y fuego
por Gibraltar como la vez pasada
si don Sancho, arzobispo de Toledo,
no les pusiera con sus armas miedo.
Ya don Nuño de Lara le acompaña,
que hasta Ciudad Real llegan los moros
por donde Guadiana el campo baña
cargados de cautivos y tesoros.
De Burgos salió el príncipe de España
movido de sus lástimas y lloros,
y yo le dejé enfermo en el camino.
DON ALONSO:
¡Oh, rey nacido en desdichado signo!
Partamos luego a España, caballeros,
que hacen los moros en su tierra estrago
rogando que relumbren los aceros
sobre sus cuellos del patrón Santiago.
TOLEDO:
Aguardaron, en fin, los moros fieros
que estuvieses ausente.
DON ALONSO:
Si no hago
una fiera venganza decir puedo
que no soy español.