Otón vencido, Otón desbaratado,
Otón que ayer besó mi mano en público,
ahora, con doblada gente y armas,
mi descuidado ejército acomete
cuando quise, valientes capitanes,
que cada cual a descansar se fuese.
ARNALDO:
Después de haber las villas destrüido
por donde ahora de Bohemia ha vuelto,
animoso presenta la batalla
y con doblado número de gente.
Pero si ya Tu Majestad Cesaria
ha conocido su flaqueza y fuerzas,
su variedad y sus consejos fáciles,
¿qué tiene de dudar del vencimiento?
Porque si entonces le besó la mano
estando en libertad, ahora, preso,
le ha de besar el pie.
RODULFO:
¿Por qué, decid,
habrá tenido tanto atrevimiento?
¿Qué causa le di yo?
ARNALDO:
La de la tienda
a donde, según dice, le rompiste
para su infamia la palabra dada.
RODULFO:
Yo no le di palabra, en eso miente,
ni le firmé papel, ni hay hombre alguno
que diga que la hice juramento.