La lucha por la vida III: 023
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La lucha por la vida III Primera parte | Pío Baroja |
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-Sí, eso me dicen todos; pero no la tengo.
Salieron los dos, y fueron a Apolo. No hacía un momento que estaban en el pórtico del teatro, cuando una mujer se acercó a Manuel.
-¡Demonio!... la Flora.
-¡Anda la...!, si es Manuel -dijo ella-. ¿Qué es de tu vida?
-Estoy trabajando.
-¿Pero vives en Madrid?
-Sí.
-Pues hace una barbaridad de tiempo que no te veo, chico.
-No vengo por estos barrios.
-¿Y a la justa, no la ves?
-No. ¿Qué hace?
-Está en la misma casa.
-¿En qué casa?
-¡Ah!, ¿pero no lo sabes?
-No.
-¿No sabes que está en una casa de ésas?
-No sabía nada. Desde lo de Vidal, no la he vuelto a ver. ¿Cómo está?
-Hecha una jamonaza. Se da al aguardiente.
-Sí, ¿eh?
-Una barbaridad, lo da también la vida. No hace más que beber y engordar.
-Pues tú estás igual que antes.
-Más vieja.
-¿Y qué haces?
-Na, por ahí trampeando. Yo, hecha la Pascua, chiquillo; marchando mal. Si tuviera algún dinero, pondría una tiendecilla, porque para hacer como la Justa yo no tengo redaño. ¡Palabra de honor, chico!; aunque apabullada, yo no podría vivir entre esas tías cerdas, porque, aunque una sea cualquier cosa, estando libre, puede una hacer su capricho, y si un hombre le da a una asco, mandarlo a tomar dos duros; pero, ¡leñe!, en una casa de esas hay que apencar con todo.
-¿Y la Aragonesa?
-¡La Aragonesa!, por ahí anda en coche; ya no saluda... Está con un señor rico.
-¿Y Marcos, el Cojo?
-En la cárcel; ¿no te enteraste?
-No. ¿Qué pasó?
-Pues, nada, que fue al Círculo un militar, que está más loco que una cabra, y se llevó todo el dinero que había en la casa. Entonces Marcos y otro matón lo esperaron en la escalera; pero el militar echó a correr y no le cogieron. Al día siguiente, el militar, que está guillao, se presentó en el Círculo, tomó café, y le dijo al mozo; «Dígales usted a los dos matones de esta casa que vengan aquí, que tengo que darles a cada uno un encargo».
Fueron el Cojo y el otro, y el militar empezó a bofetadas con ellos, y se armó una de tiros que todos fueron a la cárcel.
-¿Y al Maestro? ¿Le conocías tú?
-Sí; aquél se largó hace tiempo; no se sabe dónde está.
-¿Y la Coronela?
Ésa tiene una academia de baile.