La lucha por la vida III: 057
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La lucha por la vida III Segunda parte | Pío Baroja |
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-Que tus combinaciones huelen a cementerio que apestan. Jesús palideció profundamente.
-¿Me has espiado, eh? -dijo con voz débil.
-Sí.
-¿Cuándo?
-Hará unos ocho días.
-¿Y qué? ¿Qué has visto?
-He visto que tú, el señor Canuto y otros, os vais a ganar el presidio.
-Bueno.
-Te advierto que está avisada la policía.
-Ya lo sé.
-¡Parece mentira; el señor Canuto metido en eso! Yo que le creía una buena persona.
-¿Y qué? ¿No se puede ser una buena persona y aprovecharse de lo que no sirve para nadie? ¿Para qué quieren ellos el cobre, las lápidas, ni lo demás?
-Hombre... para nada.
-¿Pues entonces?..., la gente está llena de preocupaciones...
-Sí; pero eso de abrir una sepultura... es muy grave. ¡Rediez!
-Todos los días traen momias a los Museos, y las venden, y nadie se indigna.
-No es igual. Esas momias murieron hace tiempo.
-Y los chicos de San Carlos, ¿no abren a los muertos frescos y les cortan las orejas y el corazón?
-Pero eso es para estudiar.
-Y lo nuestro para comer, que es más serio... Hacemos como Ravachol.
-¿También Ravachol se dedicaba a robar sepulturas?
-Sí; no tenía supersticiones como vosotros.
-¿Y cuánto tiempo hace que desvalijáis ese cementerio?
-Cerca de un año.
-¿Y habéis apañado muchas cosas?
-¡Psch!..., la mar de porquerías... lápidas de mármol, verjas, cadenas de hierro, asas de metal, crucifijos, bustos, candelabros, letras de bronce...; la Biblia en verso.
-¿Y dónde habéis vendido tanta cosa?
-En las prenderías. En un cafetín teníamos el centro de operaciones.
-Bueno; pues ya sabéis, la policía anda rondando. Avísale al señor Canuto.
-No; si ya lo sabe.
Unos días después le dijo Jesús a Manuel:
-¿Quieres darme diez duros?
-¿Para qué?
-Para irme al Moro.
-¿Al Moro?
-Sí; voy a Tánger. Os dejaré en paz.
-¿Y qué vas a hacer allá?
-Eso es cuenta mía. ¿Tú me das el dinero?
-Sí, hombre; ahí tienes los diez duros.
-¡Gracias! ¡Que os vaya bien!
-¿Pero cuándo te vas? -Hoy mismo.
-¿No quieres despedirte de la Salvadora?
-No; ¿para qué?
-Como quieras -le dijo Manuel fríamente.