La muerte (Martínez de la Rosa)
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Al borde está de una tumba La inexorable deidad, Mal ceñido el negro manto, Lívida la horrenda faz, Y la planta descarnada Sobre una corona real: En tablas de bronce y mármol, Carcomidas por la edad, Apoya el brazo siniestro Con terrible majestad, Y la historia de cien siglos Debajo borrada está. Reina en torno hondo silencio, Destrucción y soledad, Como en el Averno lago En que hasta el aire es letal; Ni alrededor nace yerba, Ni osan las aves volar. Ante sus ojos perenne Arde una luz funeral, Cual si la densa tiniebla Luchase por disipar; Mas apenas la vislumbra Entre sombras el mortal, Cuando su débil reflejo ¡Se pierde en la eternidad!