La piedra cansada: cuadro decimotercero

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La piedra cansada de César Vallejo
ACTO TERCERO
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ACTO TERCERO

Cuadro Decimotercero



  Tarde, a la orilla de un riachuelo, no lejos de la huerta del cuadro décimo. El sol a medida que transcurre la acción, cae, visible al público, sobre el lejano horizonte del fondo. Tolpor, ciego y mendigo,ansioso, conversa, sentado en una piedra, con Huacopa.


HUACOPA, con infinito respeto: — Dime... tu ceguera... ¿al menos es nativa? ¿Es de este mundo tu ceguera?... ¿Es del otro?... (Tolpor, inmóvil, parece mirar delante de él y no responde) ¿Has visto el mundo alguna vez?


TOLPOR: — Todo ciego se hizo ciego de llorar, buen labrador. Los ciegos de nacimiento lloraron mucho en otra vida.


HUACOPA: — ¿A un hombre cualquiera, a un ser ordinario como yo, le estaría permitido aspirar a ser mendigo?


TOLPOR: — Tendrías que vivir sin porvenir y sin pasado (Por la izquierda viene una mujer, con un hato de ropa a la espalda y un niño de la mano. Tolpor, nervioso) ¿Quién pasa por ahí?


HUACOPA: — Una mujer con su niño. (A la mujer) Apártate un poco,mujer... ¡es un mendigo! (La mujer se aparta y se queda mirando a Tolpor)


LA MUJER, bajo, inclinándose: — Un mendigo...


HUACOPA, a la mujer: — Al llegar a tu morada, ofrece un pensamiento a tus antepasados fallecidos y que el niño ate a los tobillos del mayor de tus parientes dos soguillas de cabuya.


TOLPOR: — ¡No matar! ¡No mentir! ¡No estar ocioso! (La mujer y el niño se van por la derecha)


HUACOPA: — ¡Ama Sua! ¡Ama Llulla! ¡Ama Kella.(Pausa de unos segundos)


TOLPOR: — Oyeme, Huacopa, ¿cómo es la virgen que me da de beber por las mañanas, en la morada del recodo del camino? ¿Cómo es su rostro,su color?...


HUACOPA: — La virgen del recodo del camino... Hay en su rostro como el resplandor de un incendio lejano, y en sus brazos el livor escalofriante de la perla.


TOLPOR: — ¿Es alta? ¿Cómo mira? ¿Cómo anda?


HUACOPA: — La altura de una alpaca enamorada... de pestañas graves,fijas, como hilando irremediable nostalgia... su andar es manso y noble, como resbala un río en una pampa...


TOLPOR: — Hace ya tres soles que la oigo, que conversamos... Ayer nos internamos en el maizal, subimos un ribazo y quiso darme la mano...


HUACOPA: — ...es un alma triste, taciturna...


TOLPOR, bajando la voz : — Huacopa, yo quisiera confiarte algo a ti... a ti solo. (El labrador se acerca y se dispone a oírle de cerca y muy atentamente. Tolpor, tras una vacilación) Es un secreto de mendigo, Huacopa... ¡cuida que no salga de tu pecho!... ¡Ay de ti! ¡Ay de tu ayllu!


HUACOPA, amedrentado: — ¡Viracocha me proteja!


TOLPOR: — Sabes, Huacopa... Me parece conocerla, haberla visto, haberla oído, en otro tiempo... en otro mundo... Su voz, su aliento, el rumor de su sangre cuando calla, el estremecimiento de sus ropas, sus menores movimientos que me trae el aire, todo en ella me es como familiar, hasta podría decir íntimo .. ¿Me comprendes Huacopa?


HUACOPA: — Sí... Todo en ella es misterioso, cautivante. Se ignora todode ella, y toda de los suyos...


TOLPOR, nervioso, exaltándose: — ¡Oye, Huacopa! ¡Oye!... (El labrador,de pronto, aterrado, escucha a Tolpor hablando consigo mismo) ¡Deliro! ¡No! ¡Yo sueño! (Permanece en suspenso, al poco rato lanza una sollozante queja. Huacopa, más aterrado, le mira sin comprender. Tolpor, dominando su profunda agitación y murmurando) ¡Amigo huaylla, es ella! ¡Es ella! (Un llanto le ahoga) ¡Ella, amigo huaylla! ¡Ella!... ¡Ella!...


HUACOPA: — ¿Tal vez turbo tu sagrada desolación?...


TOLPOR, cuya duda aumenta: — ¿Es su alma? ¿Su alma hospedada en el cuerpo de otra virgen, que viene ahora a hablarme a mí... tan sólo a mí? (Se pasa la mano por la frente, sofocado) ¡Lo he sentido el mismo día en que me habló por primera vez! ¡Y lo siento cada vez que viene a mí!


HUACOPA: — Dicen que suele llorar...


TOLPOR, con una convicción desesperada: — ¿Qué milagro veo ante mí,Viracocha, que por ti me es dado? (Solicitado al punto por opuestas perplejidades) Pero... ¡me odia! A su Asesino... ¡Me odia! (Nuevo cambio en sus reflexiones) No... ¡No me equivoco... siente por mí un profundo interés!... ¡Me ama! ¡Me ama! ¿Esa compasión, esa piedad por mi ceguera, es afecto hacia el ser desconocido que, a sus ojos, soy ahora?¿Ignora quién fui en otro tiempo? ¿Lo sabe? ¿Lo sospecha?... ¿Es por eso que se siente atraída hacia mi sombra?


HUACOPA, entre atónito y maravillado: — Se llama Shura... y el nombre de su padre es Soljavilca...


TOLPOR: — ¿Shulca?... ¿Shulca?


HUACOPA: — Y según he oído vagamente, son de Nazca. (A esas palabras,Tolpor queda hundido en una mortal incertidumbre)


TOLPOR, después de una pausa, completamente convencido de lo erróneo de sus esperanzas, con voz serena y como saliendo de una pesadilla: — Amigo huayla... tenemos nosotros los mendigos, crueles alucinaciones...


UNA VOZ DE MUJER, desde el fondo: — ¡Huacopa! (Tolpor tiene un sobresalto) ¡Huacopa!


HUACOPA, en voz alta: — ¡Aquí! ¡Voy en seguida! (En voz baja) ¡Es ella! (Sale por el foro. Tolpor se ha puesto bruscamente de pie. Se siente que alguien se aproxima. Aparece Kaura, unos leños en los brazos)


KAURA: — ¡Ah! Estabais aquí... La madre de Huacopa lo busca. ¿Un bocado de charqui? ¿Un vaso de agua?


TOLPOR: — Nada... Nada... Sólo detenerte, sentarte, conversar un momento.Para un ciego, la impresión que se tiene de las gentes, es que pasan y nunca se detienen. (Kaura se sienta; luego Tolpor) Siéntate frente a mí como si mis ojos entrasen en los tuyos medio a medio...


KAURA: — Apenas contados soles hace que llegaste a nuestro ayllu y tu presencia ya extiende una gran paz en la comarca.


TOLPOR: — Te parece... Es la idea que os hacéis de nosotros.


KAURA, pensativa, desgajando unas astillas de sus leños: — Sí... mi mata de ollucos, al crecer, da una yema en el tiempo de una espiga.


TOLPOR: — Así, virgen, alumbran a veces las tinieblas.


KAURA: — ¿Las tinieblas? ¿Por qué tinieblas? ¿Hubo algún desastre en tu origen sagrado? (Tolpor, bruscamente retrotraído a la idea de Kaura, vuelve a sentirse invadido de gran ansiedad) Todos, desconocido, cual más cual menos, somos ciegos. Las cegueras sólo varían. No hay más ceguera que la de no poder mirar hasta el fondo del pecho de todos nosotros. En tu pecho... qué sino viaja en tu pecho? ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas? "Nos encontramos —decía un viejo amauta— nos miramos, nos hablamos, nos tocamos; luego, seguimos cada cual por su camino, ignorándonos unos a otros como antes". (Pausa. Kaura se ha quedado mirando fijamente a Tolpor, como hipnotizada)


TOLPOR, tomando suavemente la cabeza de Kaura y acariciándole los cabellos, le habla como en un sueño: — El sol se va, pastores... Va a llover... Os digo adiós...


KAURA: — Si, como tú dices, nadie te espera, ¿por qué, peregrino, por qué esa prisa?


TOLPOR: — Hay cegueras, virgen que tan solo se curan caminando...Quizá vuelva... He de volver... Siempre se vuelve, tarde o temprano, hasta sin saberlo! (Breve pausa) Descienden las cigarras en los céspedes... Adiós... Bien lo siento... no eres ella... Ella, no... Ella existía: tú no existes... no estás... Yo no te veo: a ella la veía... Pero, así fueses ella, el alma de ella, y me ignorases: tu piedad por mi fantasma, tu naciente pasión por el que soy ahora, las rehuso. Yo querría que ella amase al que la amaba, al que veía, al otro... ¡Al otro!... ¡Tanto la he llorado! ¡Hasta volverme ciego! (Se levanta bruscamente, como puesta su silueta en el sol poniente) ¡Luz de mis ojos! ¿Dónde?... ¿Dónde?...


KAURA, al mismo tiempo, también de pie, como ofuscada: ¿Partes? ¿Ya partes? ¡Viracocha te ampare!


TOLPOR: — ¡Estrella que perdí... he de encontrarte! (Avanzando hacia el sol que va ocultándose, brazos abiertos y a tientas)¡He de encontrarte lejos! ¡Muy lejos! (Alejándose de espaldas al público) ¡Padre Sol, guíame! (Kaura hunde la cabeza en las manos) (oscuridad)


TELÓN




FIN