Salen JUAN Váazquez, Juan MATEO y la SANTA, llorando
JUAN:
De tu humildad y obediencia
jamás, hija, imaginara
mi gusto tal resistencia,
a no mirar en tu cara
de este engaño la experiencia.
Siempre, aunque en vano, creí
que, como en la cera, en ti
mi voluntad se imprimiera,
y que tu sí o tu "no" fuera
solamente mi "no" o "sí."
Mas mi desengaño llega
a ver hoy cuán poco puede
un padre que a su hija ruega,
lo que callando concede
y con ese llanto niega.
¿Tú llorar, cuando ese susto
convertirle en gozo es justo
porque el mío consideras?
¿Tú la hierba del sol eras
siempre siguiendo mi gusto?
No te espantes si me espanto
en ver esta novedad,
cuando te entristece tanto
opuesta a mi voluntad
con el "no" de un mudo llanto
que es justo mi sentimiento.