Ondas, pues, no se excusa que yo muera,
dejadme allá pasar y a la tornada
vuestro furor ejecutá en mi vida.
Y aquí, de paso advierta vuestra merced que a muchos ignorantes que piensan que saben, espanta que con tales vocablos se dé a Garcilaso nombre de príncipe de los poetas en España. «Tornada», y otros vocablos que se ven en sus obras, era lo que se usaba entonces; y así, ninguno de esta edad debe bachillerear tanto que le parezca que si Garcilaso naciera en esta no usara gallardamente de los aumentos de nuestra lengua. Pero a vuestra merced ¿qué le va ni le vi ene en que hablen como quisieren de Garcilaso? Así decía una canción que cantaban un día los músicos de un señor grande:
Las obras de Boscán y Garcilaso
se venden por dos reales,
y no las haréis tales,
aunque os preciéis de aquello del Parnaso.
Atrévome a vuestra merced con lo que se me viene a la pluma, porque sé que, como no ha estudiado retórica, no sabrá cuánto en ella se reprehenden las digresiones largas.