Las mil y una noches:0971

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Las mil y una noches - Tomo VI​ de Anónimo
Capítulo 0971: el poeta doreid, su caracter generoso y su amor por la célebre poetisa tumadir de khansa

EL POETA DOREID, SU CARACTER GENEROSO Y SU AMOR POR LA CÉLEBRE POETISA TUMADIR DE KHANSA[editar]

"Cuentan que un día el poeta Doreid, hijo de Simmah, jeique de tribu de los Bani-Jucham, que vivía en la época de la gentilidad y era tan valeroso jinete como reconocido poeta, y dueño de numerosas tiendas y de buenos pastos, partió en razzia contra la tribu rival de los Bani-Firás, cuyo jeique era Rabiah, el guerrero más intrépido del desierto.

Y Doreid iba a la cabeza de una tropa de jinetes escogidos entre los mejores de la tribu. Y al desembocar en un valle del territorio enemigo de los Bani-Firás, divisó a lo lejos, en el extremo opuesto del valle, un hombre a pie que conducía una mujer montada en un camello. Y después de examinar un momento el convoy, Doreid se encaró con tino de sus jinetes y le dijo: "¡Lanza tu caballo, y dirígete a ese hombre!"

Y partió el jinete, y cuando llegó adonde pudiera hacerse oír, gritó al hombre: "¡Suelta la presa, déjame esa mujer y salva tu vida!" Y reiteró por tercera vez su intimación. Pero el hombre le dejó acercarse; luego, calmoso y plácido, sin apresurar el paso, entregó el ronzal del camello a la que él conducía, y con voz tranquila entonó este canto:

¡Oh señora, camina al paso feliz de una mujer cuyo corazón nunca a palpitado con temor, y cuya grupa prominente se ha redondeado en la seguridad!

¡Y sé testigo de la acogida que a ese jinete va a hacer el Firacida, que jamás conoció la vergüenza de volver la espalda al enemigo!

¡He aquí una muestra de mis golpes!

Acto seguido, arremetió contra el jinete de Doreid, le desmontó de una lanzada, y al punto le tendió muerto en el polvo. Después tomó el caballo sin dueño, y tras de ofrecérselo como homenaje a su dama, saltó a la silla al primer intento, y siguió caminando como antes, sin más prisa ni más emoción ...

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.