Los changos de las costas de Chile

I.—¿QUIENES ERAN LOS CHANGOS?
Desde tiempos mui remotos las costas chilenas han sido habitadas por pueblos de pescadores. Estos pueblos han sido varios i sucesivos; no todos del mismo tipo étnico; sino de distintos estirpes.
En un trabajo anterior[1] hemos recapitulado las principales razas que nos han dado a conocer los estudios i observaciones hasta ahora publicados.
Segun nuestras propias investigaciones, la mas antigua de estas era la a que por falta de otro nombre llamamos Serenense; por haber encontrado sus restos primero en la vecindad de la Serena. Despues hemos hallado el mismo tipo en otros lugares de la costa, especialmente en la rejion comprendida entre Coquimbo i Caldera[2], como tambien en el litoral de la provincia de Antofagasta. Pertenecia a la gran raza paleo-americana de Keane i Deniker.
Sus descendientes son probablemente los Yahganes de Tierra del Fuego. Parecen ser de la misma raza los Botocudos de Brazil, el antiguo pueblo de los paraderos de las pampas arjentinas, los indios de la costa de California, i los Esquimales del estremo norte del continente.
Despues de ellos han llegado como olas sucesivas, otros pueblos, ya desaparecidos, cuyos restos se hallan por lo largo de la costa, sin que podamos indicar con seguridad su oríjen; o la causa de sus migraciones.
Este movimiento de jentes ha sido siempre de norte a sur; cada nuevo avance desalojando a los establecidos anteriormente.
Es indudable que tuvieron que fusionarse en parte; no solo entre sí, pero tambien con las tribus del interior; sin que sepamos hasta qué punto esta mezcla se efectuó.
En la rejion comprendida entre Los Vilos e Iquique, las tribus pescadoras que habitaban las caletas abrigadas de la costa se han conocido bajo el nombre jenérico de Changos.
Respecto del oríjen, o de la etimolojía de este término, quedamos en la mas completa ignorancia.
Cañas Pinochet[3] dice que es palabra quechua, pero no da ninguna cita, ni razon en apoyo de esta aseveracion, ni intenta esplicar su significado. El doctor Rodolfo Lenz[4] dice que no conoce su oríjen, i que en el idioma quechua no pudo encontrar ninguna palabra adecuada como étimo. Eric Boman confiesa otro tanto[5]. No conocemos a otro autor que se haya ocupado de este punto. El término mismo parece ser de uso moderno. No lo hemos encontrado en ninguna de las antiguas crónicas. Ni los cronistas españoles ni los escritores posteriores se han preocupado mucho de estos pueblos.
La primera mencion de Changos que hemos podido encontrar, ocurre en la Descripcion Jeográfico Histórico del Reino de Chile, escrito por Vicente Carvallo i Goyeneche en el año 1788. Dice este autor que habia partidas de Changos en Tongoi, Coquimbo, Huasco i Copiapó (Caldera). José Pérez Garcia en su Historia de Chile terminada en 1810, tambien emplea la diccion.
No es de estrañarse que se halla tan poca mencion de este pueblo en las obras mas antiguas; pues ocupaba el litoral de una rejion, que en tiempos de la colonia era casi completamente desconocida; situada entre los dos virreinatos de Chile i Perú; bordeando el desierto casi intransitable.
Durante el siglo pasado el resurjimiento de la minería en esa zona, la habilitacion de varios puertos, i las varias espediciones científicas, hechas por particulares o a espensas de los gobiernos de diferentes estados, han traido a la luz algunos escasos datos sobre las pocas familias esparcidas a lo largo de la costa, en las pequeñas caletas donde un mar relativamente manso, i una pesca abundante, las proporcionaban su principal alimento.
Hasta ahora no se ha hecho ningun estudio prolijo o especial sobre este pueblo; i los pocos autores que lo mencionan, se han conformado en considerar todas las diferentes tribus o familias que se encontraban por el litoral como pertenecientes a la misma entidad étnica; incluyendo en la misma clasificacion los restos hallados en las antiguas sepulturas de la costa.
Nuestros estudios arqueolójicos i antropolójicos de esta comarca nos han enseñado que en esto existe un grave error; i que los habitantes de la zona en cuestion, antiguos i modernos, han pertenecido a varias razas, cuyas costumbres, grado de cultura i aptitudes han sido mui parecidas, siendo por el contrario mui diversos sus caractéres físicos.
El oríjen de algunos de estos elementos se puede descifrar; el de otros queda en la mas completa oscuridad.
¿A cuál de estas distintas entidades pertenece en verdad. el nombre Chango? ¿Alguna de ellas empleaba este término para nombrarse?
No lo sabemos; i únicamente podemos observar que como se emplea jeneralmente no nos parece mas que un término jenérico con el significado de pescador, o bien indio de la costa o costino.
En este sentido lo empleamos en este estudio, sin designar por ello a un tipo definido que pudiera constituir un pueblo, o raza de caractéres fijos o especiales, sino para referir a aquellos fragmentos étnicos, que por motivos diversos han llegado en distintas épocas a las costas de la rejion, distinguiéndolos, sin embargo, de los aimarás, cuya procedencia es conocida; como tambien de las Uros, de quienes tenemos noticias históricas que no nos permiten confundirlos con los Changos.
II. BIBLIOGRAFIA
La primera descripcion de los Changos que conocemos, la debemos a la pluma de Alcides D'Orbigny, ilustre naturalista, quien hizo un estudio de las razas americanas, publicando sus resultados en 1835, en el tomo IV de su obra, bajo el título de «L'Homme Americain».
Dice D'Orbigny que aun cuando considera los Changos i atacamas como descendientes positivos de la rama peruana; i posiblemente de los aimarás o quechuas, pueden formar una transicion entre esta i el pueblo araucano.
Ubica su centro principal un poco al norte de Cobija, i dique en 1832 numeraban mas o ménos mil almas.
Su tinte era parecido al de los quechuas, pero un poco mas oscuro. Su estatura era de 1.60 metros para los hombres, 1.45 para las mujeres.
Sus formas eran semejantes a las de los quechuas, pero el desarrollo toráxico era menor.
En cuanto a sus facciones se parecian a los aimarás i a los quechuas, con ojos horizontales, nariz medianamente prominente, pero jamas aguileña, angosta en su punta, pero ancha en la rejion de las ventanillas.
Tenian una fisonomia triste i sombria.
En jeneral su carácter era apacible, afable i hospitalario. Su idioma era distinto del atacameño, del quechua i del aimará.
Dos años antes de la visita de D'Orbigny a Cobija, se habia descubierto a una profundidad de un poco mas de un metro, un gran número de restos de indios.
Eran estos de mucha antigüedad, sepultados segun su sexo, no en cuclillas como es costumbre entre la mayor parte de los pueblos sud-americanos, sino tendidos. Eran vestidos i todavia conservaban el pelo.
El estudio hecho por D'Orbigny, a mas de ser mui superficial, contiene muchas contradicciones; i es evidente que al tratar de la tribus de los desiertos i litoral entre Arica i Atacama, sus ideas eran confusas.
Tal es asi que al hablar de los atacameños, los describe como pescadores i agricultores, habitando las costas i los valles; haciéndolos ocupar el mismo territorio que asigna a los Changos.
Como tendremos ocasion de ver; aun cuando hubo ciertos puntos de contacto entre los dos pueblos, sus condiciones fundamentales eran diversas; i los atacameños nunca era raza pescadora, sino en casos aislados e incidentalmente; i no hemos podido averiguar que alguna vez ocupaban la costa.
Las ideas emitidas por D'Orbigny han servido de base posteriormente para casi todos los escritores que han tenido lugar a mencionar los Changos.
Barros Arana en su «Historia de Chile» dice: «La lengüística que podria esclarecer el punto enseña por el contrario, que fuera de una tribu evidentemente de oríjen peruano, que vivia en el litoral de los desiertos del norte, los indios chilenos hablaban lengua[6]..... .....Es igualmente fuera de duda que la tribu o tribus que poblaban el litoral del desierto del norte conocidas en la etnografía americana con el nombre de Changos, provenian de la raza peruana de los Andes, cuyo idioma hablaban con lijeras alteraciones. Allí llevaban una vida miserable, buscando en la pesca el único alimento que podia suministrarles esa árida rejion».[7]
José Toribio Medina en sus «Aboríjenes de Chile» reproduce de lleno la opinion de D'Orbigny: «Viniendo del norte, hallamos primero a los atacamas, cuyo centro principal parece haber sido las vecindades del actual pueblo de Chiu-Chiu, pero alcanzaban hasta las costas del despoblado. Los Changos que en un tiempo debieron ser relativamente numerosos, poblaban esclusivamente las costas entre 22° i 24° latitud sur. Conservaba grandes afinidades con los primeros. Tenian el mismo color de los quichuas, pero un poco mas oscuro, con visos negruzcos; estatura un poco mas pequeña, especialmente las mujeres; de fisonomía triste i sombria, de nariz raras veces agüileña. Difieren tanto de los atacamas como estos de los aimarás, o quechuas. Otro tanto puede decirse del idioma».[8]
El doctor Rudolfo A. Philippi[9] se concreta a una breve narracion de sus observaciones personales de algunas familias que encontró en su viaje al desierto, sin entrar en especulaciones respecto de sus oríjenes, o probables descendencia.
Pedro Pablo Figueroa avanza mas léjos, i nos da una descripcion florida del oríjen de los Changos, pero los confunde con los atacameños, i sus observaciones no tiene mérito científico. Dice:
«Segun el testimonio de los cronistas incásicos, los primeros pobladores de Atacama fueron indios cazadores, que vivian en las montañas. Eran por cierto sobrios, robustos i fuertes, tanto para la lucha con la naturaleza agreste de las serranías como para la casa del leon, puma, del huanaco, i de la vicuña que les daban pieles para su abrigo i carne para su alimento.
Estendiéndose por el desierto, fundaron poblaciones en la costa del Pacifico, para dedicarse a la pesca abandonando su primitiva existencia de cazadores de los llanos.
Recorriendo las costas del litoral i las pampas arenosas del valle central del Desierto, establecieron poblaciones en Paposo i San Pedro de Atacama.
Haciendo la vida nómade de la caza de vicuñas i huanacos, esplotaban las riquezas minerales, cultivaban la crianza de ganados i las cosechas de granos i semillas i hacian la pesca en el mar.
Estas colonias indíjenas, poco numerosas, tenian su idioma propio: la lengua atacameňa.
Las tribus del Paposo, se denominaban Changos o indios Cunza, cuyo es el idioma en que se espresaban sus ideas i sentimientos».
Esta confusion de ideas respecto de los Changos es mui jeneral, i son constantemente repetidas por todos los que escriben sobre la raza.
En la Sinopsis estadística i jeográfica de Chile por el año 1903, encontramos el siguiente párrafo.[10]
«Los Changos son de afinidad peruana, resultado de la dominacion de los Incas en la seccion de Chile al norte del rio Cachapoal; los cuales habitaban principalmente la rejion litoral desde el norte de la República hasta el rio Choapa, o el Aconcagua al sur; i vivian de la pesca. Forman al presente una parte de la clase trabajadora a jornal. Propiamente son de raza aimará, primitiva del Perú, que prevalecia en las provincias de Tacna i Tarapacá al sur».
Bollaert halló changos desde Cobija hasta Paposo. Dice que se mueven de una caleta a otra en busca de su alimento. Los hombres se dedicaban a la pesca, i las mujeres al cuidado de sus ganados de ovejas i cabras. En Cobija encontró muchas sepulturas en que los cadáveres fueron enterrados en posicion horizontal, i los sexos separados uno del otro.[11]
Sir Clements Markham es el que en nuestra opinion se ha acercado mas a la verdad, cuando dice:
«Habia un pueblo civilizado en la costa del Perú (pero sin ocupar todo el litoral) diferente en raza i lengua a los demas pueblos costinos.
Era esta la nacion de Chimù, llamándose su idioma Mochica. Los aboríjenes eran con toda probabilidad una raza pescadora de diminuta estatura, quienes espulsados hácia el sur por los invasores, buscaron refujio en Arica i Tarapacá. Estos eran los Changos. Su estatura era de 5 piés ingleses. Tenian la nariz algo aplastada. Sepultaban sus muertos estirados. Los restos hallados en esta posicion en Cañete forma un pequeño eslabon que une los Changos con los aboríjenes de los valles de mas al norte».[12]
No creemos que estos aboríjenes eran los Changos, pero es probable que la incursion de aquellos haya sido uno de los motivos para espulsar a estos mas al sur a la rejion en que los encontramos.
Recientemente, en 1908 el señor Eric Boman ha resumido todo lo que se sabia respecto de los changos: pero basándose en una mala interpretacion del documento de Juan Lozano Machuca, escrito al Virrei del Perú, en donde se describe la provincia de los Lipes[13]; las confunde con los Uros, tribu de pescadores orijinaria del Lago Titicaca, mandada a las costas del Pacífico en calidad de mitimaes por los incas. Rodolfo R. Schuller concurre en esta idea i dice:
«Creemos que, sin avanzar juicio alguno, los Uros pescadores i los Changos son unos mismos. Es otro problema que espera aun satisfactoria solucion».[14]
No admitimos estas apreciaciones por motivos fundados que pasaremos despues a esponer.
El primero de los escritores que mencionan los indios de las costas del litoral del actual territorio de Chile es el cronista Cieza de Leon[15], quien se concreta a decir que por toda la costa de Tarapacá los indios hacen balsas para sus pesquerias, de grandes haces de avenas, o de cueros de lobos marinos; usándolas tambien para llevar el guano de las islas e islotes cercanos, hasta tierra firme para abonar sus siembras.
Frezier, visitó estas costas en 1712, i da una breve descripcion del caserio que existia en Cobija.[16]
Otros autores han mencionado este pueblo, de una manera casual; pero ninguno de ellos ha dado a luz nuevos datos sobre sus oríjenes, o sobre su etnografía.
Por lo tanto nuestra tarea ha sido ímproba, i hemos te
FIG. 1.-CRÁNEOS PREHISTORICOS. TIPO PALEO-AMERICANO, HALLADOS CERCA
DE LA SERENA.
Fig. 2. Objetos de piedra, hallados cerca de La Serena. nido que concretarnos principalmente a nuestras propias investigaciones arqueolójicas i antropolójicas; llevadas a cabo en las costas del norte durante mas de quince años.
Queda mucho que es vago; i sobre la cuestion de oríjenes estamos en casi completa ignorancia. Solamente publicamos. los datos que hemos podido recojer con la esperanza de arrojar un poco mas luz sobre esta oscura cuestion, dejando para el futuro, la resolucion de muchos puntos dudosos.
III. LA RAZA
Aun cuando las tribus a que se ha aplicado el nombre de Changos se pueden considerar solo como ocupantes de la costa entre los rios Choapa i Loa; sin embargo, para hacer mas comprensibles sus relaciones, lo creemos conveniente indicar con brevedad los distintos pueblos antiguos y modernos que han habitado el litoral hasta mucho mas al norte; i cuando nos sea posible señalar las vinculaciones o contactos que han tenido entre sí, i con las tribus del interior.
Los mas antiguos restos que se han encontrado, pertenecen a aquella raza que, —siguiendo a Deniker[17] i a Keane,[18]— preferimos llamar paleo-americana[19].
Vestijios de esta raza, que algunos suponen autóctona en América, se han descubierto en muchas partes del continente. Sus huellas se han encontrado, en la rejion de la costa, en Coquimbo, Caldera, Paposo i Cobija. Algunos de los cráneos procedentes de las márjenes del rio Loa, i estudiados por el Dr. Luis Vergara Flores, eran evidentemente de la misma raza; talvez un poco modificada por condiciones locales, pero presentando los caractéres jenerales i especiales de la raza en cuestion.
Su condicion social fué mui baja. Vivia en plena edad de piedra, dedicándose a la caza i la pesca.
Conocia los rudimentos de la alfarería, pero las piezas que producian eran de factura mui grosera.
Sepultaban los muertos directamente en las arenas de la playa, sin formar sepulcros, pircados o túmulos como algunos de los pueblos posteriores. Colocaban los cadáveres en posicion horizontal, con los pies hacia el occidente. Enterraban con los muertos, las armas, adornos i utensilios de su sexo.
No se han encontrado en sus sepulturas indicios de los tejidos, objetos de metal o alfareria pintada, tan comunes en las de algunos de los pueblos que llegaron despues.
El segundo, en órden cronolójico, de los pueblos que encontramos en el litoral de esta zona, era diamétricamente opuesto al primero en cuanto a su aspecto físico i grado de cultura.
En vez de los cráneos alargados i angulares de estos, encontramos un tipo subglobuloso, hiperbraquicéfalo, cuyo diámetro trasversal casi iguala el diámetro antero posterior.
Ninguno de los dos practicaba deformaciones artificiales del cráneo en uso entre muchas de las razas del continente i tan comunes entre los pueblos del antiguo Perú.
Este nuevo pueblo era mas culto que el anterior.
Sepultaba sus muertos en túmulos cónicos, construidos con pircados i cámaras interiores. Conocia el uso del metal aun cuando no sabian fabricarlo, obteniendo los objetos de bronce i de cobre que se hallan en sus tumbas por medio del comercio con el interior del pais[20].
Habia hecho considerables progresos en las artes de la alfareria i del tejido, que presentan muchas analojías con las halladas en las antiguas sepulturas de las costas del Perú, en Ica, Nasca i otros puntos.
Entre los objetos descubiertos en sus tumbas habian ído los de greda, cuentas de piedra, agujas i anzuelos, de cobre i de hueso, morteros, puntas de flechas; pitos de piedra; cucharas de hueso, cántaros, pequeños lebrillos i jarros de greda, retazos de paño burdo con dibujos en vivos colores fragmentos de remos, objetos de madera, i muchos otros artículos, predominando los de hueso i de piedra.
Las puntas de las flechas se hacen notar por su variedad i por su trabajo esmerado.
Restos de este pueblo lo hemos encontrado en las playas de Coquimbo, en Peña Blanca, en Bahía Ingles al sur de Caldera; en Obispito, en Mejillones, en Cobija, volviéndolos a encontrar en Arica por las costas peruanas hasta Cañete.
Este pueblo tambien ha desaparecido, aun cuando cráneos de forma algo semejante, todavía se hallan de cuando en cuando entre la poblacion actual de las provincias de Coquimbo i Atacama; sin que podamos asegurar que deben su derivacion a esta descendencia.
Despues de ellos, hallamos otro pueblo mesaticéfalo ocupando las costas entre Los Vilos i Chañaral de las Animas. Los descendientes de estos se hallan hasta el presente, diseminados por distintos puntos de la costa, en las pequeñas caletas alejadas de los centros de poblacion.
Se les llama Changos por sus costumbres i modo de vivir iguales a aquellos de mas al norte, en el litoral del Desierto de Atacama, a quienes jeneralmente se aplica el término; pero no son de idéntico tipo con ellos.
Han ocupado su presente «habitat» por muchos siglos, i a ellos se deben los números conchales de estas costas, antiguos i modernos, en todos de los cuales los restos hallados representan la misma cultura i manera de vivir. Todavía se dedican a la pesca, i usan balsas de cueros de lobos marinos inflados; pero se valen tambien de botes i lanchas de sistema ménos primitivo. Sus habitaciones son mui rudas i su ajuar de lo mas pobre.
Ahora aumentan sus recursos con pequeños cultivos; i con la mantencion de majadas de cabras; ocupándose ocasionalmente en faenas a jornal.
No conocemos sus oríjenes; pero parecen representar una sub raza, formada de dos o mas elementos; uno de los cuales ha sido sin mucho lugar a duda, la antigua raza paleo-americana. La procedencia de los otros elementos que han entrado en la formacion de este pueblo, la ignoramos.
Este tipo es mas escaso al norte del Rio Huasco; aun cuando se encuentra de vez en cuando hasta los confines de la provincia de Atacama.
Entre el Huasco i el Loa el tipo que predomina es otro, i es este que es jeneralmente conocido bajo el nombre de Chango, aun cuando este término se aplica indistintamente a todos los costinos de la rejion.
Las costumbres, vida diaria, cultura i aptitudes de estos son iguales a las ya descritas, lo que ha sido motivo para considerarlos como un sólo pueblo. Sus caractéres físicos no obstantes son distintos en muchas importantes particularidades; i no trepidamos en considerar que por un lado a lo ménos la mezcla ha sido diversa, a la de los Changos de mas al sur; aun cuando la antigua raza paleo-americana debe haber desarrollado un papel de importancia en su formacion.
Los cráneos se hacen notar por el espesor de las paredes, la gran anchura i angulosidad del esqueleto de la cara, i las superficies aplanadas.
Tanto estos cráneos como los del pueblo al sur del Huasco reproducen tantos de los rasgos físicos de la antigua raza que nos hacen suponer que sean sus descendientes, modificados por mezclas con otros pueblos de diversos oríjenes, lo que hace que el tipo mas moderno no sea igual por toda la costa.
No sabemos si el nombre Chango pertenecia a alguno de estos pueblos o tribus, o si ha llegado a usarse de la misma
Fig. 3.—Puntas de flechas de los changos. manera como el de araucano para los indios del sur de Chile, sin que ellos mismos hayan jamas empleado el término.
No tendríamos para qué seguir las tribus costinas mas al norte si no fuera que algunos escritores las han confundido con los Changos.
Al norte del rio Loa las sepulturas de mayor antigüedad revelan los mismos dos tipos de cráneo que hemos encontrado mas al sur; dolico o sub-dolicocéfalo el uno; altamente braquicéfalo el otro, de contornos mas suaves i sub-globulosos.
Fueron reemplazados mas tarde por los aimarás, i casi todos los entierros de fecha mas moderna contienen cráneos con la bien conocida deformacion que era característica de esta raza.
A la llegada de los españoles i por mucho tiempo despues tuvieron esta costumbre, de modo que no queda duda respecto de su procedencia. Sus entierros son fáciles de distinguir por otro motivo; porque tenian la costumbre de sepultar los muertos sentados en cuclillas, mientras los Changos i otros pueblos de la costa empleaban la posicion horizontal i estirada.
Se ha repetido que los Changos formaban un sólo pueblo con los Uros, raza tambien pescadora, i de costumbres semejantes a los últimos, que durante algunos siglos han ocupado varios puntos de la costa entre Tarapacá i Arequipa.
El señor Eric Boman en su magnífico tratado sobre las Antigüedades de la Rejion Andina de la República Arjentina, i del desierto de Atacama», dice:
«A lo largo de la costa del Pacífico, en el mismo territorio. de los atacamas i dependiente probablemente de estos habitaba un pueblo de pescadores que se encontraba en el grado mas bajo de civilizacion. Don Juan Lozano Machuca da respecto de los Uros de Atacama la siguiente reseña. «En la ensenada de Atacama (Cobija) que es donde está el puerto, hai 400 indios Uros pescadores que no son bautizados, ni reducidos, ni sirven a nadie, no obstante que dan pescado a los caciques de Atacama en signo de sumision. Es jente mui bruta, no siembran ni cojen, i susténtanse sólo de pescado.» Segun Lozano Machuca, habia pescadores Uros por la costa de la actual provincia chilena de Tarapacá, desde Pisagua hasta la desembocadura del Loa; i mas de mil en la costa de Arequipa.
Los Changos que habitan la costa del Pacifico desde Cobija en el norte, hasta Huasco en el sur, no pueden ser otros que los descendientes de los Uros de la costa mencionados por Lozano Machuca.
Queremos señalar aquí el error de esta hipótesis. No sabemos cuáles son las razones que tiene para suponer que el actual puerto de Cobija (ántes Lamar) sea el antiguo puerto de Atacama, pero opinamos que este se encontraba mas al norte.
Sea esto como sea lo que no cabe duda es que los Uros i los Changos eran pueblos distintos.
Los cráneos de los Uros encontrados en varias partes de las costas de Tarapacá i Arica son de diferente forma, siendo globulosos con un pequeño estrechamiento en la rejion témporo-parietal i son excesivamente braquicéfalos.
Se distinguen fácilmente de los aimarás, quechuas, i de los Changos, sobre todo en la forma de la cara que es larga i angosta.
Los esqueletos hallados acusan una estatura diminuta.
Cuatro que conocemos de hombres adultos fluctúan entre 1.42 metros i 1.50 metros.
Los uros eran mandados a la costa del Pacífico en número considerable, en calidad de mitimaes o colonos, por los incas cuando conquistaron la rejion de las altaplanicies bolivianas. Antes de esta época ocuparon las riberas e islotes del Lago Titicaca. Todavía quedan algunas familias al sureste del lago i en las orillas del Desaguadero[21].
José Toribio Polo en su monografía sobre estos indios dice que son de baja estatura (1.40 mt. a 1.50 mt.) con anchas espaldas, regordetes, con los brazos i piernas mui desarrolladas i musculosas; la frente estrecha, los pómulos salientes, de color hosco, mas oscuro i tostado que los demas indios. Tienen el semblante sin vida i evitan enlaces con los quechuas o aimarás[22].
Una série de 29 cráneos que hemos podido examinar personalmente nos dieron un índice cefálico medio de 85.3 fluctuando entre 80.8 i 89.2. Algunos otros que tenian pequeñas muestras de una deformacion artificial no los quisimos incluir.
Esta deformacion era frontal. La frente era lijeramente achatada sin que hubiera la correspondiente aplastamiento occipital.
Los caractéres jenerales de estos cráneos son como sigue:
El frontal mui angosto pero no huyente. Rejion parietal mui corta debido a que la bregma se encuentra mui atras; el contorno redondeado con un estrechamiento en la rejion temporo-parietal. Las órbitas mui chicas i mui megasemas (indice orbital 97.1).
La cara es larga i angosta, con los huesos fuertes; el esqueleto nasal bastante prominente pero leptorino, con índice nasal, de 47.2. La glabela, i los arcos superciliares i en jeneral todas las protuberancias son débilmente marcadas. Las suturas son mui sencillas. En varios de los cráneos está mui persistente la sutura infraorbital. Estos cráneos tienen marcado prognatismo, tanto facial como subnasal. La parte inferior de la cara se presenta mui débil a causa de que los malares son mui ahuecados.
Como se vé, en cuanto a sus caractéres físicos, este pueblo no puede fácilmente confundirse con los Changos del sur del Loa.
Por otra parte sus costumbres i vida diaria son del todo semejante a las de estos.
Es probable que ha habido ciertas mezclas entre los Uros i las otras tribus de la costa, i talvez algunos de los cráneos mesaticéfalos que no podemos ascribir a ninguno de los pueblos conocidos de esta rejion sean el resultado de esta fusion.
IV. SU «HABITAT».
Estas tribus de pescadores; Changos, Aimarás, i Uros, habitaron i todavia habitan las caletas mas o ménos abrigadas de la costa del Pacífico, entre el rio Choapa i Mollendo. En casi toda esta estension el litoral es completamente estéril, i bordea el desierto. Solo en unos pocos puntos; a la desembocadura de los escasos rios, o en rededor de las pocas vertientes, hai seña de alguna vejetacion.
La tierra que habitan es de la mas inhospitalaria, i es del mar principalmente que dependen por sus medios de sosten. Las aguas de la costa abundan en pescado i algas comestibles de muchas clases, mientras las costas rocosas les proveen de numerosas variedades de mariscos, i crustáceos; como tambien de lobos marinos, focas, ballenas, i otros anfibios i cetáceos, que utilizan por su carne, aceite o cueros.
La dificultad de tránsito en esta comarca hace que las pocas familias que habitan estos parajes apartados sean casi aisladas del resto del mundo, i es esto uno de los motivos de la larga conservacion de sus costumbres arcáicas, i el poco progreso que se nota entre ellos.
Sus necesidades son pocas, i estas el mar las satisface en su mayor parte.
De vez en cuando reciben del interior, maiz, trigo, ají, frejoles u otros productos de la tierra en cambio por pescado seco i salado. En algunos puntos donde una vejetacion raquítica lucha con los rigores de la naturaleza, mantienen pequeñas majadas de cabras, tropitas de burros, o de vez en cuando unos pocos llamas que les sirven para trasportar sus productos, en sus periódicos viajes al interior o a algun pueblo.
Durante el último medio siglo los descubrimientos mineros en la rejion de la costa han venido a modificar un poco el medio en que viven; pero por lo jeneral subsiste el mismo estado primitivo como en tiempo de la conquista.
V. SU ANTROPOLOJÍA FÍSICA.
Estudiando las razas del litoral antiguas i modernas, desde el punto de vista antropolójico encontramos diversos tipos étnicos, mas o ménos bien definidos.
Naturalmente se encuentran tambien muchos otros tipos intermediarios que no presentan caractéres fijos o constantes, pero que en algunos puntos se asemejan a uno u otro de las razas que citamos, y a veces reproducen caractéres de mas de uno de ellos.
Un estudio de la craneolojía de estas razas, hace destacar seis tipos bien definidos, distintos unos de otros en muchos factores primordiales.
Como la mayor parte de estos tipos no han sido nunca descritos, nos encontramos en una dificultad respecto de la nomenclatura que debe darse a ellos; i por lo tanto para poderlos distinguir los hemos aplicado esa que califica su forma craneana como sigue:
- El tipo dolicocéfalo paleo-americano.
- El tipo hiperbraquicéfalo.
- El tipo mesaticéfalo de los Changos de las provincias de Coquimbo i Atacama.
- El tipo braquicéfalo de los Changos de las provincias de Atacama (norte) i Antofagasta.
- El tipo aimará, de cráneo deformado.
- El tipo braquicéfalo i sub-globuloso de los Uros.
No se ha hecho ningun estudio de la antropolojía física de los pueblos de la costa, i como las costumbres i modo de vivir de todos son semejantes, han sido clasificados bajo el mismo nombre de Chango.
Proponemos aquí estudiar brevemente a cada uno de estos tipos a la luz de los pocos datos que hemos podido reunir.
I. EL TIPO PALEO AMERICANO.[23]
Jeneralmente dolico o sub-dolicocéfalo. El índice cefálico fluctúa entre 71 i 78. El cráneo llama la atencion por sus paredes gruesas, su angulosidad i sus formas aplanadas. Tiene gran altura debido a su tendencia a la escafocefalia sin sinostosis de las suturas.
La cara es platyópica, larga, angosta i angulosa. La línea fronto-nasal es casi contínua, i poco se nota la escotadura a la base del esqueleto de la nariz.
La frente es estrecha i huyente, i los arcos superciliares, la glabela, la cresta temporal i en jeneral todas las protuberancias son mui marcadas.
Otros puntos de notarse son: la persistencia de la sutura infra-orbital, el gran tamaño del paladar, el desgaste especial de la dentadura, la prominencia de los caninos, i el grado considerable de prognatismo.
Sus principales índices son. Cefálico 74.5 (12 cráneos). Altura mixta 89.2, orbitario 87.8, nasal 47.1.
Tienen muchos caractéres que recuerdan el tipo esquimoide, i que se han igualmente notado entre los Yahganes, los Botocudos, los cráneos dolicocefálicos de los antiguos
Fig. 4.
1, 2, 3, Arpones.—4, 5, 6, 7, Lancetas i cuchillos sujetos al mango con goma.—8, Cabeza de harpon. (tamaño natural). paraderos de Patagonia i los indios de las costas del Bajo California.
A juzgar por los seis esqueletos de adultos que hemos examinado, su estatura era baja, pero mayor que la jeneralidad de los costinos; 1.65 metro para los hombres i 1.50 metro para las mujeres.
Los huesos del cuerpo i de las estremidades son relativamente débiles i delgados i no demuestran señas de una musculatura mui desarrollada.
II. EL TIPO HIPERBRAQUICÉFALO.
Parece que este tipo llegó a las costas chilenas mucho despues que el anterior. Ofrece un contraste marcado con el primero. Hemos estudiado dieciseis ejemplares de sus cráneos, todos adultos, 12 de hombres i 4 de mujeres. Dieron un índice cefálico medio de 88.6 variando entre 86.1 i 92.3. Ninguno de ellos tenia indicio de deformacion artificial.
Las paredes de estos cráneos no son tan gruesas como las de la serie paleo-americana, i sus contornos son mas suaves sin ser globulosos. La rejion occipital despues de una curva cae casi verticalmente, i no presenta la protuberancia posterior que ostentan los primeros. El mayor diámetro trasversal se encuentra en las temporales, i no en los parietales como sucede en el tipo anterior. Tampoco son tan altos como estos, debido a que la bóveda del cráneo es mas plana. La cara no tiene la misma forma i es mas fina. Los malares en vez de ser llenos i aplanadas, son ahuecados debajo de la órbita. El grado de prognatismo no es tan pronunciado miéntras la anchura bizigomática es mayor. Son mesosemos con índice orbital de 86.9; platyrrinos-índice nasal de 51.
No sabemos cuál era su estatura, por no haber encontrado huesos del esqueleto en condiciones que pudieran servir para hacer mediciones; pero la juzgamos baja.
III. LOS CHANGOS DE COQUIMBO I ATACAMA
Referimos aquí a los pueblos históricos que han habitado el litoral de estas provincias despues de la conquista, aun cuando es fuera de duda que lo ocuparon por mucho tiempo ántes de esa fecha.
Es evidente que se trata de un pueblo mezclado que probablemente debe su oríjen a varias fuentes. No presenta un tipo fijo pero tiene algunos caractéres distintivos i constantes.
En jeneral los cráneos de este pueblo son mesati o sub-braquicéfalos, variando sus índices entre 75 i 82. El occipital es algo protuberante, la frente ancha pero huyente (en los vivos parece mas angosta de lo que realmente es, a causa de que el pelo crece mui bajo sobre las sienes). La cara es mui ancha i huesuda, i los arcos superciliares i la glabela mui pronunciados. El esqueleto nasal se destaca fuertemente, i la escotadura se encuentra bastante hendida. La mandíbula es fuerte i echada hácia adelante, siendo el menton algo cuadrado. Su índice orbital es variable, como lo es tambien el índice nasal, ya leptorrino (46) ya platyrrino (52).
La estatura de este pueblo es tambien baja, como la de todos los pueblos del litoral. Para los hombres es mas o ménos 1.62 metros i 1.48 metros para las mujeres.
El tronco es largo i bien desarrollado, los miembros relativamente cortos, pero no tan fornidos como entre los araucanos del sur.
Su color es moreno oscuro, pero no cobrizo; mas bien tostado. El pelo es negro, liso i tieso. Ahora lo cortan pero antes deben haberlo usado hasta los hombros. Las mujeres o lo dejan suelto, o bien en dos trenzas. Los ojos son pequeños, pardos oscuros casi negros. La nariz es prominente, grande i carnosa, ancha en las ventanillas, pero nunca aguileña, jeneralmente recta. La boca es grande, los carrillos anchos pero no mui salientes.
Por lo jeneral sus cuerpos son enjutos notándose entre ellos poca tendencia a la obesidad.
A pesar de estos caractéres jenerales no existe homojeneidad entre ellos, observándose mucha diversidad de fisonomías i de tintes.
IV. LOS CHANGOS DEL NORTE (ATACAMA I ANTOFAGASTA)
Muchas de las jeneralidades que hemos mencionado como comunes a los Changos del sur, tambien pueden aplicarse a los que pasamos a estudiar. Es a estos que se refieren la mayor parte de las personas que ha escrito sobre este pueblo.
Durante la ocupacion española, la rejion ocupada por ellos fué la ménos conocida del litoral. Bordeando el desierto de Atacama, no entró en la esfera de actividad de los conquistadores, i aun por muchos años despues de la independencia fué tierra incógnita.
Sucedió que los costinos de mas al sur, tanto como los del norte, emigraron a estos puntos intermedios donde vivian en casi absoluta libertad e independencia; olvidados o no reconocidos por los gobiernos dentro de cuyos limites moraban.
Así encontramos estas costas mas pobladas que las de otras partes. Cada pequeña caleta ostentaba su caserío, ya de unas pocas familias, ya de una tribu numerosa, como en Paposo, El Cobre, Mejillones, Cobija, Guanillos, etc.
En la actualidad esta poblacion se halla mui reducida, i mui mezclada en cuanto a tipo.
Un estudio de las antiguas sepulturas nos enseña que el pueblo que llegó aquí primero era el paleo-americano. Posteriormente hallamos al hiperbraquicéfalo (al parecer el mismo que hallamos mas al sur). Deben haberse fusionado los dos elementos, como probablemente otros. El producto de esta fusion eran sin mucho lugar a duda el pueblo que hoi en dia llamamos Changos.
Fig. 5.—Objetos de madera, hallados en las sepulturas de la costa.
1, 2, 3, 4, (½ tamaño).-5, 5 A, tamaño natural. Antes ocuparon la costa hasta mucho mas al norte, encontrándose sus restos por toda la rejion costina de Tarapacá; en todas las sepulturas mas antiuas en donde no se encuentran los cráneos deformados de los aimarás que despues i hasta ahora ocupan ese territorio. Como estos llegaron a la costa mucho antes de la conquista española, es fácil ver que los Changos son un pueblo de bastante antigüedad.
Como los de mas al sur, presentan muchos de los caractéres típicos de la raza paleo-americana; pero las diferencias que se notan entre las dos ramas hacen sospechar que uno o mas de las otras entidades que han entrado a formar el pueblo mezclado ha sido distinta.
Los de esta rejion son de cabeza mas ancha, i la mayor parte de los cráneos que conocemos son sub-braquicéfalos. Al mismo tiempo tienen la cara mas angosta, la frente mas estrecha i las órbitas mas redondas.
Por otra parte encontramos las mismas superficies aplanadas, la forma pentagonal del cráneo visto desde atras, el gran espesor de las paredes, i la tendencia a la escafocefalia.
De los 31 cráneos de este tipo que hemos examinado 22 eran de hombres i 9 de mujeres. Sus índices principales son:
Índice | Hombres | Mujeres |
Indice cefálico | 81.3 | 86.9 |
Indice" misto de altura | 87.6 | 88.1 |
Indice" orbitario | 89.0 | 89.4 |
Indice" nasal | 49.2 | 51.5 |
Diámetro bizigomático | 136.3 | 129.0 |
Frontal mínimum | 89.1 | 85.6 |
El doctor Luis Vergara Flores, refiriéndose a sus estudios craneométricos en el departamento de Tocopilla[24] llega a la conclusion de que los Changos eran sub-braquicéfalos, i que sus cráneos pueden clasificarse como paquicéfalos o de paredes gruesas.
Como resultado del exámen de una série de 19 ejemplares procedentes de un cementerio indíjena de las márjenes del rio Loa, de los cuales 12 eran de hombres, i 7 de mujeres, da las siguientes cifras:
Medicion | Hombres | Mujeres |
Indice cefálico | 80.2 | 88.4 |
Indice" misto de altura | 87.1 | 87.5 |
Indice" orbitrario | 87.4 | 91.0 |
Indice" nasal | 50.6 | 52.6 |
Diámetro bizigomático | 135.3 | 127.5 |
Frontal minimum | 88.6 | 86.7 |
Comparando estos guarismos con los que acabamos de dar como resultado de nuestro estudio personal, vemos que son mui parecidos, i que se trata evidentemente del mismo pueblo.
Lo que llama la atencion en ámbas listas es que existe una gran diferencia entre los índices de los hombres i de las mujeres. Los cráneos de estas son mas braquicéfalos, mas megasemos, i mas platyrrinos. Hemos observado la misma cosa entre los cráneos del sur.
Insinuamos la idea de que talvez este pueblo era exogámico, buscando sus mujeres de otro pueblo o raza. Pudiera ser que al principio dos pueblos, el uno dolicocéfalo i el otro braquicéfalo ocuparon el mismo territorio, i que mútuamente han buscado sus mujeres, por rapto o por compra, uno de otro, produciendo así las modificaciones que venimos notando; buscándolas despues entre las otras tribus que llegaron mas tarde a las costas. Así se esplicaria la diversidad de tipos que se encuentran en sus cementerios, i la falta de homojeneidad en sus caractéres físicos.
V. LOS AIMARÁS
Durante los últimos siglos las costas de la provincia de Tarapacá han sido dominadas por tribus de oríjen aimará. Anterior a su llegada al litoral este mismo territorio fué ocupado por el pueblo de los Changos, cuyos restos se encuentran en muchos de los antiguos cementerios. Por algun tiempo los dos pueblos moraban uno al lado del otro; pero en seguida o los Changos fueron poco a poco absorbidos por sus vecinos mas poderosos i numerosos, o bien emigraron mas al sur.
Con la escepcion de aquellos hallados en los cementerios mas modernos, todos los cráneos de los aimarás son deformados. Ostentan la deformacion echada jeneralmente conocida con el nombre del pueblo que la practicaba, aimará.
Es difícil por lo consiguiente decir a ciencia cierta cuál fué la verdadera forma normal de sus cráneos. Los modernos que no son deformados, no nos ayudan mucho, porque demuestran tal diversidad de tipos que es de imajinar que las mezclas han sido múltiples. Sospechamos, sin embargo que debe haber sido subdolicocéfalo. Posnansky dice que los mas antiguos cráneos de la rejion aimará de los altiplanos bolivianos (cuaternarios segun el autor?) eran dolicocéfalos i cretinos; estando mui visibles i abiertas las suturas frontal medianas, pero sin deformacion[25].
El esqueleto de la cara es mui ancho, los huesos firmes i pesados; el prognatismo facial i sub-nasal mui pronunciado. Ninguno de sus otros caractéres es constante. Así vemos que algunos son microsemos con índice orbitario de 80 a 81, miéntras en otros la altura de las órbitas es mayor que el eje horizontal, llegando el mismo indice a 108, i mas. Pasa igual
Fig. 6. Objetos de madera,
2, 3, 4. Palitos para moler pinturas.—1, 5, 6. Cajitas para guardar pinturas. cosa con el índice nasal. Algunos son leptorrinos con índice de 44, otros son en estremo platyrrinos, i su índice pasa de 75.
Es verdad que la costumbre de achatar la cabeza influye mucho tambien en la forma de la cara; pero no creemos que esto por sí solo es suficiente para esplicar las enormes diferencias que se encuentran en cráneos cuya deformacion es al parecer casi igual.
Por otra parte hallamos las mismas diferencias entre los cráneos modernos que no son deformados[26].
Es probable que la nacion aimará se componia de tribus o pueblos de distinto oríjen, i que habian adoptado una lengua jeneral, de la misma manera como las diferentes entidades étnicas sobre una vasta área habian adquirido el quechua; o en el centro i sur de Chile el araucano.
Todo tiende a probar que se trata de pueblos de varios oríjenes, todos agrupados en una sola nacion por los etnólogos por razones lingüísticas; pero que mirados desde el punto de vista de sus caractéres físicos, son heterojéneos. Asi se esplica la diverjencia de opinion entre los autores que los han descrito. Algunos con D'Orbigny los encuentran mui parecidos a los quechuas; otros niegan esta semejanza; i dicen que son mui disimilares las dos razas.
En nuestra opinion, tanto los quechuas como los aimarás constan de varios grupos de tribus, diferentes entre sí, que han adoptado una u otra lengua segun las necesidades del caso; i que el juicio emitido despues de cualquier estudio hecho, depende del grupo especial con que se ha encontrado el observador.
Puede aun suceder en algunos casos, que diferentes fracciones de una misma tribu, por fuerza de circunstancias escepcionales hayan adoptado distintas lenguas; i así tendríamos individuos del mismo oríjen clasificados como pertenecientes a diferentes naciones o razas, por el solo hecho de no hablar el mismo idioma.
Luego si algun investigador, basando sus estudios sobre la lengüística solamente, se encontrara en presencia de las dos parcialidades, le seria natural hallarlas parecidas.
Otro observador, viendo tribus de otras partes, que hablaban las mismas lenguas, con toda probabilidad diria que en nada se asemejaban.
Sea como fuere esta hipótesis, en la rejion de la costa no hai dificultad en distinguir a primera vista, los aimarás de los pueblos vecinos.
Sabemos que no eran los habitantes primitivos del litoral porque en las sepulturas mas antiguas no hallamos vestijios de sus restos.
VI. LOS UROS
Ya hemos descrito los caractéres físicos de este pueblo. Réstanos decir que los pocos huesos de esqueletos que conocemos son proporcionalmente mas gruesos que los de los Changos i otros pueblos costinos que hemos estudiado. Se nos puede preguntar, que nos abona para asegurar que estos restos pertenecen a los Uros, i que no sean de otro pueblo cualquiera.
Nuestras razones no son talvez mui convincentes; i por eso no insistimos, reservándonos el derecho de cambiar de opinion en vista de nuevos datos que puedan presentarse. Tales como son las damos aquí.
1). En estatura, forma de cráneo, i grado de cultura coinciden los restos hallados en varios puntos de las costas de Tarapacá i Tacna con los de los Uros del lago Titicaca.
2). No hemos encontrado en esta rejion otro tipo que concuerda con las descripciones dadas de este pueblo, el cual por fuentes históricas sabemos que ha ocupado la zona durante mas de cuatro siglos.
3). Si estos no son los restos de este pueblo, no conocemos otro a que se los pueda ascribir.
Es verdad que desde las costas de Arica al norte, encontramos otra raza de baja estatura, con cabeza globulosa; pero en muchos detalles es completamente diverso.
Este pueblo tenia la costumbre de achatar la cabeza, usando la deformacion fronto-occipital o levantado, produciendo así una braquicefalía desmesurada.
Tenia mayor cultura que sus vecinos del sur, i probablemente habia tenido algun roce con la civilizacion de Chimú.
Sepultaban sus muertos, sentados en cuclillas, mientras todos los pueblos del litoral chileno, escepcion hecha a los aimarás, los sepultaban en posicion horizontal, con los cuerpos estirados.
Sir Clements Markham cree que antes ocupaban la costa al norte del Callao, i corridos hácia el sur por los Chimus, buscaron refujio en Arica i Tarapacá, desalojando a su vez a los Changos que ocupaban todo el litoral hasta Cañete en el Perú, donde se han encontrado sus sepulturas con cadáveres estirados como en las provincias que actualmente ocupan.
VI. ETNOLOJIA
A pesar de la diferencia de época en que llegaron al litoral chileno, los distintos pueblos que hemos enumerados, i no obstante la diversidad de sus oríjenes; todos tenian en jeneral, costumbres i modo de vivir tan semejantes; que para un observador casual, podrian pasar por una misma raza. No es de estrañarse esto. Sabido es que no solo en Chile, sino
Fig. 7. Objetos de madera. (Changos).
1, 2, Cajitas para guardar pinturas.—3, 4, Escarificadores,—5, 6, 7, Anzuelos de madera. ½ Tamaño natural. en el mundo entero, los pueblos, bajo iguales o semejantes circunstancias, pasan por las mismas etapas evolutivas, tanto mentales como económicas.
La fuerza primordial en toda cultura, por alta o baja que sea, es la necesidad; i los primeros pasos hacia una civilizacion superior son los mas lentos i mas difíciles.
El hombre en su estado primitivo es esencialmente conservador; i no abandona un medio de existencia sino impulsado por las fuerzas naturales o sociales que no puede controlar.
Así, el hambre, la escasez de agua, los rigores de clima, la irrupcion de enemigos poderosos, o cualquier otro causal, contra el cual no consigue luchar con éxito, puede determinar un cambio de costumbres, o el abandono de una localidad ya no propicia.
Si no se presenta ninguno de estos casos, i la rutina de la vida permanece mas o ménos soportable en las condiciones en que se encuentra, pueden pasar los siglos sin que se estrae del ambiente en que nació.
Un pueblo dedicado a la pesca, o a la caza, no cambia su modo de vivir sin que obren poderosos móviles. En una costa donde siempre abunda el pescado, los mariscos i las algas comestibles; resguardada por desiertos casi intraficables que impiden las repentinas incursiones de pueblos rivales o enemigos; se comprende mui fácilmente como una poblacion escasa i esparcida pudiera pasar jeneracion tras jeneracion entregada a una vida arcáica i estagnada.
Era este el caso de los Changos i demas tribus del litoral de las provincias del norte. Las sucesivas invasiones de los Incas i de los Españoles los pasaban casi sin notar su existencia. La rejion que ocupaban no presentaba ningun aliciente, ni a la gloria de conquista de los primeros, ni a la sed de oro de los segundos.
Seguras en su pobreza, i en la esterilidad de las comarcas que ocupaban, las tribus costinas fueron olvidadas o desdeñadas por sus poderosos vecinos.
Así se esplica el estado de poca cultura en que encontramos estos pueblos; los cuales a juzgar por las huellas dejadas en sus sepulturas, en poco han cambiado desde los tiempos mas remotos.
No por eso estamos de acuerdo con los que clasifican a esta raza como una de las mas bajas en la escala de la civilizacion, considerándolos como mui poco apartados de los brutos.
Todo en este mundo es relativo. Lo que llamamos civilizacion no es mas que una evolucion adaptiva al medio en que se vive. La naturaleza no hace cambios a capricho, ni sin que hayan fuertes motivos, subsistiendo siempre la lucha por la existencia, i la supervivencia de los mas aptos.
Como los pueblos de quienes tratamos estaban perfecta mente adaptados al medio que los circundaban; no; aparecian móviles para sacarlos del estado en que los encontramos. No por eso tenemos razon para suponer que no existiera latente en ellos la facultad de poderse adaptar a otra clase de vida, o de asimilar los progresos modernos si les fuera imperativo; como lo han hecho otras razas de América i aun de Chile.
Al contrario, en nuestras faenas mineras del norte, hemos tenido ocasion de ocuparlos en varios trabajos, i los hemos encontrado sumisos, sobrios, intelijentes i trabajadores. Lo mismo se vé en aquellos puntos donde las circunstancias les permiten dedicarse a la agricultura.
Todo lo que se puede decir entonces es que los medios en que existen son propicios para la conservacion del modo de vivir que llevan. Sería difícil implantar i mantener una civilizacion mas avanzada en aquellas desiertas comarcas, de manera que mientras ocupan su actual «habitat», las costumbres que conservan son probablemente las mas adecuadas para el caso.
No obstante, se notan ciertas diferencias entre los distintos grupos de que hemos hablado; diferencias que refieren principalmente a la posesion o la falta de ciertos objetos de idumentaria o de uso diario; como tambien diferencia de calidad en los artículos mismos o en su factura, que denotan que no todos estaban exactamente al mismo nivel.
Dado el clima templado de la zona, es probable que el traje de estos pueblos ha sido siempre de lo mas escaso.
Encontramos en algunas de las crónicas españolas breves noticias de que los indios de las costas de Chile i del Bajo Perú se vestian de pieles o de cueros, que debian ser de lobos marinos, guanacos i de vicuñas. No queda constancia de la forma de su hechura, ni de la manera en que las llevaban.
En las mas antiguas sepulturas no se hallan vestijios de tejidos de lana; pero estos son comunes en las posteriores.
En las de los aimarás se han encontrado ocasionalmente tejidos de algodon, pero estos no eran de fabricacion local sino traidos de otra rejion. Los aimarás usaban tambien un bonete de lana.
Los tejidos de lana eran jeneralmente burdos, pero de vez en cuando se encuentran algunos de gran finura i de esmerados dibujos.
Los colores mas comunes empleados para teñir sus mantas, paños i gorros eran el negro, café, rojo i amarillo. Sus dibujos eran variados, predominando sin embargo las listas alternadas i combinadas. La lana usada de estos tejidos era de llama, de alpaca, de vicuña, i de huanaco.
Los Changos no conocían el arte de tejer, al ménos en la época pre incásica, i no hallamos en sus tumbas antiguas ni torteras ni peines de cardar, ni ninguno de los artículos usados en este trabajo, i que son relativamente comunes en los entierros post-incásicos i post-españoles.
Sin embargo, vemos en muchos casos que los muertos estaban envueltos en mantas de lana de vicuña, i de llama. Los dibujos de estas mantas indican dos procedencias distintas. En algunos raros casos (salvo la zona ocupada por los aimarás), encontramos mantas con listas verticales, ornamentadas con escalones i dibujos rectangulares característicos de las altiplanicies perú bolivianas. Pero la mayor parte; sobre todo en la costa de Antofagasta i Atacama; son rayadas horizontalmente, algunas en el centro i en los bordes, i otras en casi todo el tejido. Estos han venido probable
Fig. 8.—Objetos de madera. (Costa de la provincia de Antofagasta).
Tabletas de ofrendas (Tipo Calchaqui). mente de la rejion cordillerana chilena-arjentina, donde se encuentran en las antiguas sepulturas, tejidos de la misma clase.
Entre los Changos, estos paños i mantos tuvieron al parecer un uso esclusivamente ritualístico i funerario, i no formaban parte de la idumentaria. Es probable que solo los principales entre ellos lograron conseguir estos objetos, porque en un gran número de las sepulturas pre-incásicas faltan en absoluto.
Los cueros que usaban para sus trajes no se curtian, pero es probable que tenian algun método para suavizarlos; sin quitarles el pelo o la lana. Los cueros tambien les servian para llevar i guardar agua; para formar sus balsas, para techar sus ranchos, etc. Los cosian con nervios de animales, usando para este fin un especie de alesna o punzon de hueso, o bien una espina de algarrobo o de quisco; i cuando podian obtenerlo, de cobre.
Como todo pueblo primitivo, los costinos chilenos eran adictos al adorno de sus personas, hasta donde alcanzaban sus medios.
Juzgando por analojía, suponemos que los cueros i plumajes de las aves hayan ocupado un lugar preferente en sus decoraciones personales.
Entre otras cosas, encontramos en sus sepulturas brazaletes i collares hechos de sartas de conchitas, de llancas,[27] i otras piedrecitas de vivos colores.
Hemos visto en mas de una ocasion, collares hechos de huesos de animales chicos; i una vez pudimos examinar una sarta de dientes de lobo marino.
De una tumba de las playas de la Serena, sacamos una placa de piedra blanca, bien pulida, i con agujeros que parecen indicar por su desgaste que se hubiera usado suspendida por un cordon.
En algunas de las sepulturas de la costa se encuentran ornamentos de cobre i de bronce. Mucho mas raros son los de oro o de plata.
En las costas de Coquimbo i Atacama hasta Caldera por el norte, los objetos de metal son mui escasos. De Caldera al norte son mas comunes i de notan las mismas procedencias que hemos indicado para los tejidos de lana.
Los adornos de cobre o de bronce son: brazaletes, zarcillos, topus, placas pectorales, i discos, grabados o lisos.
Estos pueblos no parecen haber tenido jamas la costumbre de tatuarse la cara o el cuerpo. Al ménos ninguna de sus mómias demuestra seña de tal costumbre. Al mismo tiempo parece indudable que se pintaban con tierras de color en la rejion de Taltal al norte, porque son comunes las cajitas de madera en que guardaban sus colores; i frecuentemente se las hallan con restos de las tierras que usaban: Los colores de estas tierras eran casi siempre rojo, amarillo o blanco.
A veces las cajitas de madera que servian para guardar estos colores, tenian dos o mas divisiones; cada division servia para un color distinto. Lo que llama la atencion es que las cajitas, por muchas divisiones que tengan son labradas de una sola pieza. Algunas tenian tapas otras no.
Las habitaciones de los Changos i otras tribus de la costa, eran de las mas sencillas. Consistian en un rudo armazon de palos, de costillas de ballenas; o donde no se encontraban estos de una baja pirca; cubiertos de cueros de lobos marinos, formando así una especie de toldo.
De vez en cuando, la desembocadura pantanosa de algun rio o riachuelo, les proporcionaban totora que usaban para hacer ramadas.
Ni en los tiempos mas modernos han mejorado mucho la construccion de sus hogares.
El Dr. Rodolfo A. Philippi en su viaje al desierto de Atacama en 1859 visitó la pequeña ensenada de El Cobre, i describe sus moradas como sigue:
«Nada es mas sencillo que los ranchos de esta jente. Se fijan en el suelo, cuatro costillas de ballena, o tronco de quisco, apénas del alto de seis piés, i se echan encima cueros de cabras, de lobos marinos, velas viejas, harapos, i aun algas secas; i la casa está hecha; en el interior ni sillas, ni mesas, ni catres; el estómago de un lobo sirve para guardar agua, unas pocas ollas, i una artesa completan el ajuar de la casa».
Aun hoi en dia, en los lugares mas apartados, hacen la misma cosa, usando ademas cuando los pueden conseguir, hojas de lata sacadas de los tarros parafineros; sacos viejos, lonas, etc. Cuando la vecindad de algun puerto lo permite, a veces procuran algunas planchas de fierro galvanizado, o tablas, por la mayor parte sacadas de los cajones usados para la trasportacion de mercaderías.
El ajuar de estos ranchitos es de lo mas escaso i primitivo. Duermen en cueros tendidos en el suelo, no usan almohadas, o cuando mas un trozo de madera.
Sus ollas son de barro, de fabricacion tosca, pero de varias formas. Una concha de mejillon les sirve de cuchara, i a veces tambien de cuchillo. Unos sacos de cuero, colgados de los postes de los ranchos sirven para guardar sus comidas.
A estos postes tambien cuelgan sus redes cuando estos no están en uso.
Jeneralmente se sientan en el suelo; o en alguna piedra, en la cual tienden un cuero.
Una piedra de moler; unas artesas o fuentes de madera, i uno que otro cachivache recojido quién sabe dónde, i guardado como reliquia, completa su mobiliario. Otros muebles no tienen, ni parecen hacerles falta.
En la rejion aimará, los ranchos frecuentemente se hacen de pircas, pero en cuanto a su cobertura son iguales a los demas, salvo en aquellos puntos donde hai facilidad para conseguir totora.
Entre los aimarás tambien se encuentran mayores posesiones, i los tejidos reemplazan en parte los cueros de lobos i de cabras.
Fig. 9.—Objetos de madera,
2, 3, 4, Escarificadores.—1, 5, 6, 7, 8, Idolillos. El alimento de todas estas tribus, consistia principalmente de los productos del mar; varias clases de pescado, mariscos de numerosas especies, dos o tres variedades de algas comestibles, i la carne de lobos marinos.
En ocasion se varaba alguna ballena; que fué para ellos fuente de grandes riquezas; supliéndoles con abundantes viandas, i con materiales para la construccion de sus ranchos.
Los desperdicios, huesos, conchas, etc., de sus cocinas fueron botados, en los alrededores de sus ranchos.
En muchas partes de la costa se encuentran conchales (kjokkenmoddingers) que indican el paradero de estas tribus en tiempo pasado. Por lo jeneral estos montones no adquirian grandes proporciones, debido a las constantes migraciones de las familias de un punto a otro en busca de su alimento; pero en las caletas i bahías de mas estension, donde no faltan en ninguna época, ni el pescado, ni los mariscos; los hemos visto de considerable estension. De ellos hemos podido recojer mucho de los objetos de hueso, de piedra, i de concha que usaban como armas o adornos. Al mismo tiempo una clasificacion de las conchas halladas en ellos, nos da a conocer las especies que antes, i hasta ahora les servian de alimento.
Eran estos, diferentes variedades de pecten, fisurellae, concholepas, chitonae i patellae.
Pero no se sustentaban esclusivamente de lo que cosechaban del mar. Entre los restos de sus cocinas se encuentran los huesos de animalitos i de aves, sin que podamos precisar de qué especies eran.
Tambien recibian maiz i otros productos de la tierra, traidos desde el interior en cambio del pescado i mariscos secos con que mantenian un comercio primitivo.
Despues de la llegada de los españoles, algunas de las familias aumentaron sus medios de existencia con la crianza de cabras i ovejas.
Frezier, quien vió algunos de estos indios en 1712, visitando Cobija i otros puntos de la costa, dice lo siguiente: «Siendo estéril la tierra, subsisten principalmente de pescado; i un poco de maiz i papas que los traen desde Atacama en cambio de pescado... No hai pasto para ganado i son obligados a mandar sus ovejas a los cerros donde hallan algun ramoneo.»[28].
Entre los Aimarás cada tribu, o grupo de familias, solia tener una pequeña tropa de llamas, que usaban para el carguio. Con ellas hacian viajes al interior, procurándose artículos de uso i de alimento desconocidos a los Changos de mas al sur.
Tambien se dedicaban a un rudo cultivo de la tierra en aquellos lugares donde la proximidad de algun pequeño arroyo o vertiente lo permitia.
Segun Philippi los Aimarás, i los Changos de las provincias de Tarapacá i Antofagasta acostumbraban mascar las hojas del coca, pero no tenemos noticias de que esta costumbre se estendia mas al sur.
Todas las tribus del litoral de Chile han usado una u otra clase de embarcacion para ayudarles en su pesca. Desde Coquimbo al norte estas han tomado la forma de balsas. Entre los Uros las balsas eran simples haces de totora, o cañas; pero las de los Aimarás i Changos eran hechos con mas prolijidad, de cueros de lobos marinos. Este último tipo todavia se usa en la costa.
Consisten de dos grandes bolsones, cada uno de dos o tres metros de largo, con los estremos en punta lijeramente encorvados hácia arriba. Estos se ligan por correas i palos atravesados; juntos en la parte delantera que sirve de proa, i mas abiertos atras. Sobre los palos travesaños, colocan entretejidos de ramas, o bien atados de totora, en forma de cubierta. Sentados sobre esta cubierta van dos hombres. Sus remos son cortos i tienen forma de paleta. Como en mas de una ocasion hemos visto hacer estas balsas, acompañamos aquí una breve descripcion de la manera que emplean en su fabricacion.
Cada bolson se hace de cuatro o mas cueros de lobos machos. Estos cueros se dejan remojar en agua dulce hasta que se ponen blandos. Entónces son cortados a las dimensiones requeridas, i cosidos con nervios, o con una hebra hecha de los intestinos secos i torcidos de los mismos anfibios. Se les da la forma de un largo bolson, que termina en puntas en ámbos estremos. Dejan abierta una parte de la costura de encima, i en seguida proceden a llenar de arena el bolson, como molde, hasta que queda completamente estirado. A veces se usa totora en vez de arena.
Una vez lleno el bolson se lo dejan secarse al sol, hasta que se ponga duro, tieso, i estirado el cuero. Vacian la arena, i el bolson retiene su forma. El agujero que se dejó para vaciar la arena se cose, i en seguida se procede a repasar todas las costuras con la gordura o grasa del mismo animal, para impedir que entre el agua. Despues se hace una pintura espesa, con una tierra arcillosa roja, amasada con grasa i aceite hasta que toma una consistencia semi líquida. Con esta mezcla pintan todo el bolson dos o tres veces, formándose así una capa completamente impermeable.
Las puntas que forman las estremidades, quedan largas como las orejas de un saco. Para formar la proa se juntan las orejas de dos bolsones i se les amarra fuertemente con una soga.
Las puntas de atras, o sea de la popa, quedan como un metro una de otra, i tambien son sujetas por medio de una correa. En la parte central, se amarran varios palos firmes, a ámbos bolsones; i sobre estos una ramada, o bien un entablado que forma la cubierta.
Estas embarcaciones son mui livianas. Resisten el oleaje i la resaca del mar en mejores condiciones que un bote. Los remos raras veces tienen mas de metro i medio de largo, i a veces ménos. Los bogadores van de rodilla, o bien sentados sobre sus talones; con frente a la proa.
A veces quedan mar afuera por dos o tres dias, i hai re
Fig. 10.—Idolos de madera hallados en las sepulturas de los changos. cuerdos de viajes increibles hechos en estos frájiles esquifes.
En algunas partes de la costa, donde no abundan los lobos marinos, se han conocido balsas hechas de cardones o chaguales (bromeliácea), pero con estas no se alejan mucho de las playas, i solamente se usan donde hai poca resaca.
Pescaban de varias maneras; con redes, con anzuelo, con harpon, i con flechas. Sus redes las hacian de los intestinos de los lobos marinos, o de hebras sacadas de los chaguales; el tronco, o tallo del cual les servia para flotes. Las redes se pesaban con piedras. En algunas de las tumbas de las épocas posteriores hemos visto pedazos de cordeles trenzados de lana; talvez se servian de estos para sujetar i tirar sus redes.
Sus harpones tenian puntas de hueso, o de piedra, como tambien tenian sus flechas. Estas últimas se sujetaban a pequeñas boyas hechas, de las vejigas o estómagos de los lobos marinos. A veces la cabeza de la flecha se desprendia, pero a menudo era fija al asta.
Los peces que mas buscaban eran: el congrio; la corvina, la lisa, la vieja, i el pichigüeno, todos abundantes en las costas del norte; i a veces la tonina u otras especies ménos comunes.
Hemos encontrado en diferentes partes de la costa, i las hemos visto repetidas en diferentes colecciones de antigüedades, nacionales i particulares, unas hachitas de piedras mui delgadas. La piedra empleada no es por costumbre de la mas dura; aun cuando algunas son de diorita o de granito; i no pueden haberse empleado como armas; ni para ningun uso donde se necesitaba mucha resistencia o firmeza. Creemos que posiblemente se usaban estas hachitas para separar los moluscos —que formaban una parte no insignificante de sus comidas— de las rocas en que se sujetaban.
Aun cuando el mar era la principal fuente de economía doméstica, no estaban del todo dependiente de él para su sosten. Ejercian tambien la profesion de cazadores. Cazaban el leon o puma, el huanaco, el huron; varias clases de aves grandes i pequeñas, como tambien los anfibios que frecuentaban las costas. Su principal arma era sin duda el arco; pero tenemos mui escasas noticias sobre la manera en qué lo hacian o de qué material lo fabricaban; pero por encontrarse ocasionalmente en sus sepulturas costillas de lobos; puede ser que se hayan servido de ellas para este objeto.
Las puntas de flecha son en estremo numerosas por toda la costa, i de mui variados tipos, la mayor parte son de piedra dura, pero se hallan tambien de hueso, i de espinas del algarrobo.
Entre las de piedra, las mas comunes son las triangulares—a veces de canto liso, pero jeneralmente dentadas. Son mui diversas en cuanto a tamaño desde las mas diminutas. Otras formas usadas son: de corazon, de hoja, de media luna, alargadas i delgadas, cortas i anchas; dentadas i lisas.
Algunas son de cuarzo, otras de serpentina, otras aun de obsidiano. Parece que cualquiera piedra dura, cuya fractura se consideraba favorable, era utilizada.
Las flechas mismas eran pequeñas; el asta de madera o de caña; i la punta se sujetaba con una hebra vejetal, o bien con el nervio de algun animal. Desde Taltal al norte hemos visto las puntas de flechas, lanzas, lancetas, i otras armas o herramientas, pegadas al asta con una goma roja, mui resistente, i que parece desafiar el tiempo i el clima. No sabemos de dónde obtenian esta goma, que cuando seca se parece al lacre que se usa para lacrar correspondencia.[29]
Se encuentran tambien puntas de piedra de mayor tamaño, esmeradamente talladas, que evidentemente han servido como puntas de lanza; sin que se pueda decir si éstas eran o no arrojadizas.
Usaban harpones de diferentes clases. Algunos se hacian de hueso, otros de piedra, otros de una combinacion de las dos materias. De los de hueso figuraban tres tipos principales; uno liso, otro dentado, i el tercero con garfio. Este garfio consistia a veces de un diente de tiburon, i se usaba tambien con punta de piedra.
Los anzuelos eran de hueso, de madera, i de cobre. Estos últimos parecen haber sido de fabricacion secundario en muchas ocasiones, utilizando para este fin, las puntas de topu, o un zarcillo quebrado; el cual siendo de un material demasiado precioso para botarlo, se ha aprovechado en hacer otro objeto útil.
Debido a la sequedad del clima, no era difícil conservar por largo tiempo el pescado, los mariscos, i, la carne de los animales que cazaban. Esto se hacia—como todavia se hace—de dos maneras; secándolos al sol (charqui), o preservándolos con sal, obtenida en abundancia por la costa i en las numerosas salinas de la zona.
Para hacer charqui, cortaban la carne en lonjas, i la suspendian en cordeles, o bien la colocaban encima de sus ranchos, guardándola de noche. El pescado despues de abrirlo i sacar los intestinos fué tratado de la misma manera. Los mariscos, ensartados en palos, o en soguillas de cuero, tambien se secaban al sol.
Cuando querian salar la carne o el pescado, lo hacian frotando la vianda con sal, molida en sus morteros de piedra.
En estos morteros molian semillas silvestres, i el maiz que conseguian en cambio de su pescado.
En cuanto a las artes industriales, los pueblos de la costa mui poco habian avanzado. Como hemos dicho, las sepulturas mas antiguas no tenian tejidos de lana, ni indicio que los primeros pobladores conocian este arte. Posteriormente encontramos en las tumbas, jéneros tejidos; pero parece que estos fueron adquiridos por medio de cambios de productos con algun pueblo mas adelantado, porque no hallamos resto ninguno de los instrumentos para su fabricacion, como torteras, husos, peines, etc., que en época posterior llegaron a ser comunes en cierta rejion de la costa.
Con la llegada al litoral, de las tribus aimaras, se principió a propagar lentamente esta industria entre las tribus de su vecindad, pero no era hasta despues de la conquista española, i la introduccion de la oveja, que llegó a estenderse hácia el sur, solo encontrándose sus huellas en las provincias de Atacama i Coquimbo en tiempos relativamente modernos.
Un punto curioso; i que nos hace sospechar que la opinion que hemos espresado en ocasiones anteriores sea la correcta; i que estas tribus costinas nunca se dedicaban con empeño al arte de tejer; conformándose con hilar i trensar lo poco de lana que podian adquirir; es el hecho de que nunca se encuentran restos de los marcos que les servian para estender sus tejidos, miéntras los objetos para hilar, como peines de cardar, husos i torteras son mui comunes.
La relativa escasez de jéneros tejidos i la falta absoluta de ejemplares típicos esclusivos de la costa parece ser argumento a favor de tal hipótesis.
Los husos eran casi siempre de madera, pero hemos visto un ejemplar de hueso i varios de piedras. Las torteras eran de piedra, de greda, o de madera, jeneralmente lisas, pero a veces labradas i pintadas. Las peinetas, sea que se usaban para cardar lana, o bien para el pelo, se hacian de espinas de quiscos, puestas en hileras alternadas sobre un trocito de palo, al cual fueron sujetos con una hebra de lana.
Los Changos i otros pueblos de la costa tuvieron conocimientos de la alfarería desde los tiempos mas remotos. En las tumbas mas antiguas encontradas en la costa se hallan fragmentos de ollas de greda, de tosca fabricacion; pero bien quemadas.
En los entierros segundarios se hallan piezas enteras, pucos, cántaros, cantaritos, yuros, platos, etc., de formas i tamaños mui variados.
Esta alfarería era de dos clases: la una tosca i ordinaria usada en las faenas domésticas, i la otra mas fina, pulida, i a menudo pintada con primorosos dibujos que parece ser importada i usada solamente en sus ritios relijiosos o funerarios. Las piezas grabadas son mui raras.
Lo que hemos dicho respecto de los tejidos, se refiere tambien a lo que notamos respecto de la alfarería pintada hallada en la costa, no era de fabricacion local.
Por las costas de Coquimbo, Atacama i Antofagasta los tipos son idénticos a los hallados en la rejion Calchaqui-Diaguita, miéntras los de Tarapacá i Tacna son de indudable oríjen peruano.
Son idénticos no solo en la forma, sino tambien en los dibujos, colores, material empleado i en la técnica, i completamente distintos a los tipos netamente chilenos hallados en otras partes del pais[30].
Los tipos usados en las faenas domésticas consistian de ollas de diversos tamaños, cántaros, platos i pucos con i sin asas. Llama la atencion los jarros asimétricos con asa, que son bastante comunes. Es probable que esta forma tan rara, se hacia así para poder calentar el contenido sin que se calentara mucho el asa que quedaba siempre al lado mas alejado del fuego.
En el norte de la provincia de Antofagasta i en la rejion aimará encontramos tambien reproducciones diminutas de todos los tipos de uso mas comun. No queda establecido, si estos eran juguetes de niños, o bien piezas votivas que tenian algun destino o significado simbólico o ritualístico.
En algunas partes del litoral se han hallado ídolos de greda, o bien imájenes que han pasado como tales. Todos estos tienen formas que indican una procedencia peruana, i no es difícil suponer que el pueblo que los poseian, hubiese habitado en algun tiempo territorio peruano, o al ménos que hubiese estado en largo contacto con pueblos de esa descendencia.
Si los pueblos de la costa eran atrasados en algunas de las artes, no lo eran en cuanto a la elaboracion de útiles o armas de piedra.
Hemos referido en los numerosos i variados tipos de puntas de flechas i de lanzas, i del esmero de su labranza. No era ménos la diversidad en las hachas de piedra, ni en el cuidado de su fabricacion. Otros objetos de piedra encontrados en sus sepulturas son los morteros de distintos tipos, manos de morteros, piedras horadadas de diversos tamaños, formas i usos, las placas usadas como adornos o amuletos, los raspadores, cuchillos, punzones, martillos, etc., etc.
Algunos de estos eran simplemente labrados, con filo sacado a golpe seco; otros eran pulimentados i terminados con cuidado i esmero.
A esta última categoría pertenecen la mayor parte de las hachas.
De los morteros hai varias clases: algunos mas o ménos cuadrados i planos; otros de forma alargada i ahuecados. Lo mismo notamos entre las manos. Algunas de estas se usaban sin duda como martillos para machacar, talvez para quebrantar huesos, o para triturar semillas duras. Otras deben haberse usado con las dos manos, con un movimiento de frotacion sobre una piedra plana, i serian empleadas talvez para moler las raices i semillas que formaban parte de su alimento.
En las costas de Antofagasta sobre todo, se encuentra en las sepulturas un gran número de objetos de madera. Consisten estos en palas, cuchillones, ídolos o figuras esculpidas de formas humanas, casi siempre de sexo femenino, remos, cajitas de diversas formas i tamaños, tabletas de ofrendas, escarificadores, anzuelos, lancetas con puntas de cuarzo, brazaletes, figuritas que representaban animales, i muchos otros objetos de uso desconocido o dudoso.
Llama la atencion entre estos objetos el número de cajitas de madera. Todas son hechas de una sola pieza. Algunas son sencillas, otras tienen divisiones. Parecen haber tenido diversos usos. Unas han tenido tapa otras no. Muchas de ellas han servido para guardar tierras de color i todavía conservan las manchas que éstas han dejado i en algunos casos encontramos aun las tierras mismas, ya endurecidas. Juntos con las cajitas a veces se han hallado pequeños manguitos que han servido para moler o mezclar los colores. Algunas de las cajitas son cilindricas i las hemos encontrado tapadas con un rollito de esparto o de lana.
Otro objeto curioso que son frecuentes en las tumbas son unos cilindros huecos que jeneralmente llevan un dibujo grabado o esculpido. Frecuentemente esta figura asume las formas humanas i sirve de mango al cilindro. En el interior se encuentran ataditos de espinas de quisco.
En la Arjentina han dado a estos objetos el nombre de escarificadores i creen que han tenido usos quirúrjicos.
Las tabletas de ofrendas —(adoptamos el nombre empleado en la Arjentina)— son iguales a las encontradas en la rejion Diaguita-Calchaqui.
Son unas cajitas rectangulares, lijeramente ahuecadas, con mango. Los mangos jeneralmente representan el cuerpo humano o el de algun animal.
Son comunes tambien unos figurines de madera toscamente labrados en forma del cuerpo humano. Varian entre veinte i cuarenta centímetros de largo. Lo interesante es que estas figuras son casi siempre de sexo femenino i llevan las partes jenitales mui señaladas i a veces exajeradas. Una que conocemos i que hemos reproducido en los grabados representa una mujer embarazada.
Se ha creido que estas figuras son ídolos, pero no estamos seguros sobre este punto. Puede ser que eran juguetes; aun cuando es tambien posible que han tenido algun uso ritualístico.
Se encuentran solamente en aquellas sepulturas donde se hallan restos de mujeres.
Las lancetas a que hemos referido tienen astas o mangos de madera. Estos mangos son partidos en un estremo para admitir una punta de silex o de cuarzo, labrada como punta de flecha pero no dentada. Es interesante notar que las puntas no son amarradas como las de las flechas, sino sujetas con una especie de goma resinosa de color rojo oscuro[31]. Hemos visto puntas de lanzas i de harpones fijas de la misma manera pero únicamente procedentes de las costas del norte de la provincia de Antofagasta.
La mayor parte de los objetos de madera que se encuentran en la costa, son reproducciones exactas de los encontrados en la rejion Diaguita-Calchaquí del noroeste de la República Arjentina i forman otro eslabon en la cadena de probabilidades a favor de un activo intercambio de productos entre los dos pueblos.
Antes de la llegada de los Incas, no se conocia la metalurjia en ninguna parte del pais. Sin embargo encontramos en las sepulturas del litoral numerosos objetos de metal; casi todos de cobre o de bronce. Los principales de estos son: hachas, cinceles, cuchillos, punzones, agujas, placas, discos, pinzas depilatorias, topus o alfileres de cabeza grande, brazoletes, zarcillos, idolillos, etc.
Escepcionalmente en la costa de Tarapacá se encuentran objetos de oro o de plata.
Sabemos a ciencia cierta que, ántes de la llegada a la costa de los aimaras, ninguno de los pueblos allí establecidos conocia el arte de fundir metales i que aun despues jamas se esparcia mas al sur esta industria.
Es evidente entónces que aquellos objetos de metal que encontramos en las sepulturas preincásicas del litoral, han tenido de importarse [32].
Su forma, composicion i factura nos indican su procedencia. Los encontrados en las provincias de Antofagasta, Atacama i Coquimbo son casi sin escepcion de tipo Calchaquí; mientras que los de mas al norte son de tipos peruanos conocidos como derivados de la época de Tiahuanaco.
Estas dos corrientes de importaciones se notan en la mayor parte de los artefactos hallados en el litoral; han sido causa de que algunos escritores hayan considerado que el estado social de todos estos pueblos fuese igual.
Segun nuestro modo de ver solamente establece que han existido desde tiempos mui lejanos relaciones comerciales entre los pueblos de uno i otro lado de la Cordillera de los Andes; porque aun cuando se encuentran los objetos fabricados, no se encuentran en ninguna parte de la costa los indicios de su fabricacion «in situ».
VII. SU SOCIOLOJIA
De la vida íntima i de las costumbres sociales de estos pueblos conocemos bien poco; i ese poco mas por deducciones que por pruebas directas.
Varios escritores han dicho que los changos tuvieron un idioma propio, distinto del aimará, del quechua, o del cunza o atacameño. No queda constancia sin embargo del índole de esta lengua, que ha desaparecido sin dejar rastro.
Igual cosa pasa con los uros de las costas del norte. Se dice que tenian su propia lengua; pero hoi en dia hablan el español, i no sabemos si la suya propia era o no la misma como la de los uros del lago Titicaca; o si era algun nuevo dialecto aprendido en la costa del Pacifico.
En Tarapacá los aimaras todavia conservan su propia lengua, pero es en la actualidad el único dialecto indio que se habla entre los pueblos costinos.
Tenemos mui escasas noticias del gobierno interno de estas tribus. Dado su modo de vivir es probable que nunca tuvieron cohesion, i que jamas han formado nacion.
Sus medios de subsistencia no eran de carácter que permitiera la formacion de grandes colectividades i en cada punto frecuentados por ellos, no se reunian mas que unas pocas familias.
Los puntos propicios son relativamente escasos en la costa; porque tienen que reunir condiciones no fáciles de encontrar en los estériles desiertos del norte. Antes de todo, era preciso que hubiera agua dulce que beber; i luego que existiera en la vecindad inmediata alguna caleta abrigada para guardar sus embarcaciones, i servirles de base para la pesca i para la caza.
Encontradas estas condiciones, luego debia presentarse la cuestion del número de personas que podia mantenerse sin que resultara escasez para todos.
Producido este estado de cosas, no quedaba otro recurso que la migracion de una parte de la poblacion, en busca de nuevas localidades en que establecerse.
Juzgando por la analojía de otros pueblos, debian ser los recien casados que formaban estos nuevas hogares cuando las condiciones llegaban a hacerse demasiado difíciles para mantener mayor aumento de la poblacion.
De regla jeneral, los lugares habitados eran distantes unos de otros; i los caminos ásperos i sin recursos. De ahi resultaba que había poca intercomunicacion entre los caseríos, cada pequeño grupo de familias quedando casi completamente aislados del restos del mundo, i aun de los de su misma estirpe.
Asi se comprende que no se haya formado un cuerpo de nacion, ni siquiera tribus en la aceptacion jeneral del término.
Es de suponer que cada pequeña agrupacion tuviera algun jefe o cacique; probablemente el patriarca o varon de mayor edad en línea recta de familia; pero estas son meras conjeturas, i no sabemos en el caso de existir tal categoría, cuáles eran sus atributos.
De la constitucion de la familia tampoco sabemos nada, ni si practicaban la poligamia o la monogamia.
Existen evidencias para hacernos creer que eran, al ménos, hasta cierto grado exógamos, porque la mayor parte de los cráneos de las mujeres son de otros tipos de los de los hombres.
Miéntras estos son dolico, subdolico, o mesaticéfalos, aquellos son jeneralmente braqui o hiperbraquicéfalos. Esta diferencia se estendia a otros caractéres, lo que nos hace presumir que estas tribus obtenian sus mujeres de otros pueblos circunvecinos, o a lo ménos de otras agrupaciones, probablemente por rapto o por compra.
Esto tambien esplicaria la diversidad de tipos craneales que encontramos a veces en un mismo entierro.
Los uros en principio eran endogámicos si hemos de creer a Toribio Polo, quien dice que evitan enlaces con los aimarás i quechuas.
Deben haber cambiado sus costumbres cuando llegaron a la costa, porque notamos muchas señas de mezclas entre ellos i los changos, como tambien con la raza de cabeza globulosa proviniente del norte.
La idea de propiedad, al haber existido—no debia de pasar del estado rudimentario, i no referia sino a aquellos objetos de esclusivo uso personal, como por ejemplo sus adornos, vestidos, o armas.
Por lo demas existia, como todavia existe, el comunismo, que se encuentra en casi toda sociedad en estado inferior de cultura.
Las embarcaciones, los ranchos, los alimentos, los productos de la caza o de la pesca, como tambien los ganados cuando llegaron a tenerlos, eran considerados como bienes comunes de la colectividad.
Es dudoso que estas tribus hayan sido bélicas. Su aislamiento i su pobreza eran su mejor defensa, i a la vez impedian que sus incursiones al interior fueran mui formidables.
Tal era así que tanto los Incas como los españoles las hicieron caso omiso, ni siquiera las mencionan en sus crónicas.
No cabe duda de que tenian ciertas ideas relijiosas; pero sobre su culto, creencias, o supersticiones no tenemos la menor noticia.
Probablemente se encontraban en estado de fetiquismo.
De vez en cuando encontramos en sus sepulturas, groseras imájenes que se han supuesto ídoles, pero no tenemos ninguna prueba para sustanciar esta hipótesis.
Parece que tenian algunas creencias en un estado futuro, sus sepulturas siempre contienen piezas de alfarería, pucos; cántaros, yuros i ollas en que los deudos dejaban las comidas i bebidas destinadas al difunto durante su paso al otro mundo.
Tambien enterraban con los muertos los útiles de su sexo; armas si eran hombres, agujas, husos, torteras, morteros, etc., si eran mujeres, i sus adornos personales u objetos de especial valor en ambos casos.
Llama la atencion que casi todas las piezas de alfarería eran sin uso, sobre todo cuando eran hombres los sepultados; i en especial en cuanto a la alfarería pintada.
Sospechamos que estas piezas no formaban parte del ajuar de uso diario, i que solamente se empleaban en sus ritos i mas especialmente en sus entierros.
El señor Juan B. Ambrosetti ha hecho la misma observacion en cuanto a la alfarería hallada en las sepulturas de la rejion Calchaqui en el noroeste de la República Arjentina i por idénticas razones ha llegado a igual conclusion sobre este punto.[33]
Las sepulturas que se hallan en el litoral difieren unas de otras segun el pueblo o raza a que pertenecian. Las mas antiguas eran simplemente fosos cavados a poca hondura en las arenas de las playas. En estos fueron colocados los cadáveres, sin otra proteccion, en posicion horizontal con el cuerpo estirado i los brazos tendidos al largo del tronco.
Este ha sido el sistema de entierro usado siempre por los changos; pero otras de las tribus costinas han adoptado diferentes métodos.
La raza hiper-braquicéfala que hemos enumerado como segunda en órden cronolójico de llegada, enterraba sus muertos en túmulos.
Estos se han descubierto en varias partes de las costas de Coquimbo i de Atacama.
Parece que fueron construidos sobre el suelo, sin hacer escavacion. Se hacia primero un bajo pircado, dentro del cual se colocaba el cadáver con las armas, ofrendas, etc. con que lo despedian, cerrando el pircado con ramas de árboles o de arbustos, o lajas de piedra. Sobre la tumba asi hecha se amontonaba tierra i piedras hasta dejar un montículo cónico de dos metros de altura.
Este pueblo como el último sepultaba sus muertos en posicion horizontal. pero frecuentemente los envolvian en ponchos tejidos, en vez de los cueros de animales que comunmente se usaban.
Los Aimaras tambien formaban sus sepulturas con pircados, pero primero escavaban un hoyo circular en el suelo. Sus muertos; colocados, sentados encuclillas, eran primero fajados con lazos de totora o de lana, i en seguida envueltos en mantas de este último material.
Despues del entierro, la sepultura era tapada con tierra i piedras.
En algunos puntos de las costas, especialmente al norte de la provincia de Tarapacá i Tacna se han encontrado sepulturas escavadas en las areniscas que bordean las playas. Parecen nichos, en hileras una encima de otra.
No sabemos a qué pueblo pertenecian, porque casi siempre se encuentran desocupadas. Han sido despojadas de sus contenidos i los restos humanos botados a las playas, por los buscadores de tesoro, quienes conociendo las costumbres de los indios de sepultar con los muertos sus objetos de mas valor, han desvalijado estas tumbas, desparramando todo lo que no les servia.
No es de estrañarse que en la rejion del litoral se encuentran los restos en tan buen estado de conservacion. La sequedad del clima, donde casi nunca llueve, i las sales contenidas en el suelo, combinan i forman un excelente preservativo; de modo que los cadáveres llegan muchas veces a momificarse completamente sin que se tenga que recurrir al embalsamamiento.
Hemos dicho que los changos i otras tribus de la costa han mantenido un limitado comercio con los pueblos del interior del continente.
No queremos decir por esto que ni éstos ni aquéllos tenian la costumbre de hacer viajes periódicos con este objeto.
Los artículos que constituyeron este comercio llegaban por varios i a menudo mui indirectos caminos a las playas i vice versa, pasando a veces por muchas manos.
En ese entónces cuando las pampas del norte no eran tan desiertas i despobladas como ahora, vagaba por ellas una raza nómade recorriendo los cerros i los llanos desde la cordillera hasta la costa en busca de la caza que formaba su medio de existencia. Era talvez este pueblo que hacia el papel de intermediario entre la costa i las montañas.
Los principales artículos que servian a las tribus del litoral para sus intercambios eran el pescado salado i seco, mariscos, cueros de lobos i de aves marinas, conchas grandes i pequeñas, sartas de llancas i posiblemente algas comestibles. Recibian en cambio: maiz, frejoles i otros productos de la tierra; tejidos de lana, i mas tarde lana cruda o hilada, objetos de metal i piezas de alfareria pintada.
En las provincias al sur del Loa, este comercio se mantenia casi esclusivamente con la rejion atacameño-calchaqui; pero al norte de ese rio era principalmente con las altiplanicies perú bolivianas; como lo prueban las formas i factura de los objetos hallados en las sepulturas.
Desgraciadamente el estado actual de nuestros conocimientos no nos permite formar una opinion respecto de la vida íntima i moral de estos pueblos.
No sabemos nada de sus supersticiones; ritos, ceremonias ni costumbres familiares.
Son pueblos casi desaparecidos i tan cambiados los pocos individuos que quedan, por su contacto con una civilizacion superior que han olvidado su lengua, sus tradiciones, y la mayor parte de sus antiguas costumbres.
VIII. SU CONDICION ACTUAL.
Todavia existen en diversos puntos de la costa algunas pocas familias de las antiguas tribus pescadoras conocidas aun con el nombre de Changos. Pero han perdido su relativa pureza de raza.
El litoral que era ántes tierra desconocida, ha sido recorrido por todas partes por las caravanas de los mineros i cateadores. El descubrimiento de minas de cobre en la cordillera de la costa, i la consiguiente habilitacion de numerosas caletas ántes apenas conocidas ha motivado la desaparicion de la mayor parte de las tribus, o su absorcion en la masa jeneral de la poblacion.
Los pocos que quedan siguen hasta cierto punto su antiguo modo de vivir, pero a la vez han adoptado nuevas costumbres.
Aumentan sus medios de existencia con la mantencion de pequeñas majadas de cabras, tropas de burros, o de mulas, con los cuales fletan minerales o mercaderías entre los centros mineros i los puertos, o vice-versa, i aun muchos de ellos trabajan como peones en las mismas minas.
Cuando las condiciones son favorables, se dedican a una pequeña agricultura.
Ya se visten a la Europea; i sus ranchos son mas cómodos i abrigados, con la introduccion de tablas, planchas de fierro galvanizado i totora.
No son tan sedentarios como ántes. La adquisicion de animales de carga i de silla i la facilidad de trasporte por los nuevos caminos abiertos para facilitar la minería, los ferrocarriles, i los vapores en la costa, han abierto para ellos nuevos horizontes, de modo que los antiguos pueblos pescadores tales como los hemos descrito están destinados a desaparecer en mui pocos decenios, no quedando mas que la tradicion de ellos.
CONCLUSIONES
De esta breve esposicion de lo que se conoce de Los Changos i otros pueblos costinos del norte de Chile creemos que no es aventurado llegar a las siguientes conclusiones:
1). Que el nombre Chango es de oríjen al presente desconocido: i se aplica como término jenérico a pueblos de distinto estirpe que habitan las costas chilenas, desde el Choapa hasta el Loa.
2). Que los Changos no deben confundirse, con los Uros de las costas de Tarapacá i Tacna; siendo como son, dos pueblos distintos; aun cuando por sus costumbres se encuentran en el mismo estado de cultura.
3). Que todos los pueblos que habitaron el litoral, excepcion hecha a los Aimarás, se encontraban en un estado de cultura excesivamente baja.
4). Que el hallazgo en sus sepulturas de artefactos de una cultura superior no implica una fabricacion «in loco»—sino que con toda probabilidad estos objetos fueron adquiridos por medio de intercambios comerciales con otros pueblos mas avanzados.
Santiago de Chile, Junio 14 de 1910.
- ↑ Antropolojía Chilena, por Ricardo E. Latcham. Revista de La Plata. Tomo XVI (Serie 2. Tomo III). pájinas 241-319. Buenos Aires, 1909.
- ↑ Estos restos los hemos descrito en un artículo intitulado «Notes on some ancient Chilian skulls—and other remains» publicado en la «Revista Chilena de Historia Natural», año VII 1903, Agosto 31, pájinas 203-217 i año IX 1905, pájinas 153-159 i posteriormente en el «Journal of the Anthropological Institute of Gt. Britain & Ireland. Tomo XXXIV, 1904.
- ↑ Estudios Etimolójicos de las palabras indíjenas usadas en el lenguaje vulgar que se habla en Chile. Revista de la Sociedad Científica de Chile. Santiago, 1902.
- ↑ Diccionario Etimolójico de las voces chilenas derivadas de Lenguas indíjenas americanas, por el doctor Rodolfo Lenz. Anexo de los Anales de la Universidad de Chile, 1904, 5-10.
- ↑ Antiquities de la Region Andine de la Republique Argentine, et du Désert D’Atacama, por Eric Boman. Tomo I et II. Tomo I, pajina 69. Paris, 1908.
- ↑ Tomo I, pájina 35.
- ↑ Tomo I, pájina 36.
- ↑ Los Aboríjenes de Chile por José Toribio Medina. Santiago 1882.
- ↑ Viaje al Desierto de Atacama, por Rudolfo Armando Philippi. Halle. Sajonia, 1860.
- ↑ Tradiciones de Atacama, por P. P. Figueroa. La Revista Serenense. Año I, número 4, pájina 79. La Serena, Enero 1905.
- ↑ Antiquarian, ethnological, and other researches in New Granada, Ecuador, Peru, and Chile, por Willam Bollaert. London, 1860.
- ↑ Inca civilization in Peru. By Clements Markham. London, 1904.
- ↑ Relaciones Geográficas de Indias. Perú. Tomo II. Apéndice III, pájinas 21-28. Madrid, 1885.
- ↑ Vocabularios i nuevos materiales para el estudio de la lengua de los indios Licanantai (atacameño)-calchaqui, por Rodolfo R. Schuller, pájina 60. Nota. Santiago de Chile, 1909.
- ↑ «Crónica del Perú», por Pedro Cieza de Leon, 1550. Biblioteca de Autores Españoles de M. Rivadeneira. Tomo XXVI. Madrid, 1879.
- ↑ A voyage to the South Sea, and along the coasts of Chile and Perú in the years 1712-1713-1714.
By Mons. Frezier. Engineer in Ordinary to the French King, London. MDCCXVII.
- ↑ The Races of Man, por J. Deniker. Sc. D. Paris.
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- ↑ Man. Past and Present. London, 1900.
Ethnology. London, 1901.
by. A. H. Keane.
- ↑ Para detalles mas completos sobre los restos de esta antigua raza hallados en Chile i otros paises de América referimos a nuestro folleto «Un capítulo de la Prehistoria Chilena» publicado en la «Revista Chilena de Historia Natural», Santiago de Chile, 1910.
- ↑ Hemos publicado el resultado de nuestras investigaciones sobre este punto en un folleto titulado «El comercio precolombiano en Chile i otros paises de América». Santiago de Chile, 1909.
- ↑ Narrative & critical History of America by Justin Winsor á tomos 4.º, Londres, 1908. Tomo I. Aborijinal América.
- ↑ Los indios uros del Perú i Bolivia, por José Toribio Polo. «Boletin de la Sociedad Geográfica de Lima». 1900.
- ↑ Este tipo lo hemos estudiado en detalle en otras partes: véase:
(a) Notes on some ancient chilian Skulls and other remains, publicado en la Revista Chilena de Historia Natural. Año VII 1903. pps. 203-217 i Año IX. 1905. pps. 153-159. Santiago de Chile, como tambien en el Journal of the Anthropological Institute of Great Britain Ireland. Vol XXXIV 1904., con 2 pl. London 1904.
(b) Un capítulo de la Prehistoria Chilena. Revista Chilena de Historia Natural. Año XIV. 1910. Santiago de Chile.
- ↑ «Cráneos de paredes gruesas» por el doctor Luis Vergara Flores. «Revista Chilena de Historia Natural». Año IX, núm. 4, 1905. — Santiago de Chile.
- ↑ «Razas i Monumentos del Altiplano Andino», por Arturo Posnansky, trabajo presentado al IV Congreso Científico (I Pan-Americano) celebrado en Santiago de Chile, 1908.
- ↑ Por detalles mas completos sobre los cráneos aimarás de la rejion de la costa, referimos a nuestros lectores a los numerosos trabajos del Doctor Luis Vergara Flores, publicados en «Les Actes de la Societé Scientifique du Chile», 1894, 1835, 1901 i en la «Revista Chilena de Historia Natural», 1898, 1901, 1902, 1904, 1905. Para una lista completa de estos trabajos véase pp. 182, 183, 184, 185 de la «Bibliografía Chilena de Antropolojía i Etnolojía» por Prof. Cárlos E. Porter. Buenos Aires, 1910. Publicado en los «Anales del Museo Nacional de Buenos Aires», Tomo XX, p. 147 188.
- ↑ Llancas: pequeños pedazos de silicatos i carbonatos de cobre, de color verde o azul, perforados i enhebrados en sartas. Todavía entre los mineros del norte se emplea el mismo nombre al referir a estos minerales.
- ↑ A Voyaje to the South Seas, and along the Coasts of Chile and Peru in the Years 1712-1713-1714, By. Mons. Frezier. Engineer in Ordinary to the French King. London, 1717.
- ↑ En la coleccion de objetos recojidos en las costas de Antofagasta, i presentados a la consideracion del IV Congreso Científico (I Pan Americano) celebrado en Santiago de Chile 1908, por el Dr. Otto Aichel; habia un número de objetos de esta clase, como tambien algunos pelotones de la goma seca sin usar. Parece ser una resina vejetal, pero no se sabe de dónde provenia.
- ↑ Tenemos en preparacion un trabajo sobre «La Alfarería Chilena» en el cual estudiamos mas de 400 tipos diversos de alfarería hallados en territorio chileno. Hago notar las influencias exóticas, como tambien el desarrollo del arte netamente chileno que difiere en muchas particularidades importantes de las importaciones peruanas i calchaquies.
- ↑ El Doctor Otto Aichel tiene en su coleccion de objetos indíjenas, recojidos principalmente en las costas de Antofagasta i de la isla de Santa María, un número de estas lancetas. Tambien posee algunos pelotones de esta goma, que se encontraron en las mismas sepulturas. Hemos encontrado la misma materia en otras partes, pero no sabemos de donde la obtenian estos indios. Parece ser sustancia vejetal. Se derrite cuando sujeto a mucho calor, pero no se deshace en agua hirviendo, ni en el alcohol.
- ↑ Tratamos este punto con mas detalles en otro artículo. «El Comercio Precolombiano en Chile i otros paises de América».
«Anales de la Universidad de Chile».
Santiago de Chile, 1909.
- ↑ Esploraciones Arqueolójicas en la ciudad prehistórica de La Plata, por Juan B. Ambrosetti. Tomo II pájinas 311-312 Buenos Aires, 1907.