Ir al contenido

Manolo (1784)

De Wikisource, la biblioteca libre.
Manolo: Tragedia para reir, ó saynete para llorar (1784)
de Ramón de la Cruz
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
MANOLO.
 
TRAGEDIA PARA REIR,
 
Ó
 
SAYNETE PARA LLORAR.
 
 
SU AUTOR
D. RAMON DE LA CRUZ Y CANO
entre los Arcades de Roma LARISIO DIANEO.
 

Decipimur specie recti.
Horat. Art. Poet.

 
 
 
 
 
 
MADRID. MDCCLXXXIV.
POR D. JOACHÎN IBARRA IMPRESOR DE CÁMARA
DE S. M.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

ADVERTENCIA DEL AUTOR

AL PÚBLICO.

Aunque esta obra estaba para publicarse colocada entre las demas, que compondrán el tomo segundo de mis Poesías Dramáticas, he determinado imprimirla suelta, y anticiparla en Madrid á los exemplares que remite un sugeto de Cádiz, que sin condescendencia mia, y bien enterado de mi repugnancia, se ha tomado la libertad de imprimirla en dicha Ciudad por qualquiera de las muchas copias, que del afortunado Manolo se han esparcido por el Reyno, y no pocas fuera de él; pues no quiero que á los defectos que sacó de mi estudio, se añadan los que de traslado en tras lado son tan regulares. Si esta obrilla lograre del Público leida, la propia aceptacion que le ha debido representada, nada me quedará que apetecer, y podré con ménos desconfianza ir dando á luz unas que estan prontas, y otras que he empezado á corregir, mas por condescender á las repetidas insinuaciones de mis apasionados y amigos, que por acallar los impulsos de mi vanidad, y mi ambicion.

Conozco el mérito de las buenas Tragedias: y miro su dignidad con tanta veneracion, como desengaño de ser obras, y empeños muy superiores á mi instruccion, y á mis talentos: y por lo mismo protesto no ha sido mi animo, ni lo es ahora ridiculizar Dramas tan respetables, raros y dificiles.

Una casualidad me suscitó la idea de Manolo: y el ignorado, presumido, é impertinente modo con que algunos han querido introducirnos la declamacion, merecia muy bien se les pusiese á los ojos este exemplo, y se les mortificaran los oidos con esta imitacion de sus habilidades.

MANOLO.

PERSONAGES.

El tio Matute, Tabernero de Lavapies, marido de....
La tia Chiripa, Castañera.
La Remilgada, hija del tio, amante de Mediodiente.
Manolo, hijo de la tia, amante pasado de.....
La Potagera, enamorada (en ausencia de Manolo) de....
Mediodiente, amante de la Remilgada.
Sabastian, Esterero, confidente de todos.

Comparsas de

verduleras,
aguadores,
pillos,
y muchachos.

La escena es en Madrid, y en medio de la calle ancha del Lavapies, para que la vea todo el mundo.

NOTA.

Con permiso del Señor Editor de Cádiz conservo las voces vulgarizadas de Sabastian, cácia, Hespicio, Hespital, dixites, &c. que he ballado en mi original, por parecerme muy conformes à la idea, y tan propias de los Interlocutores.

ACTO UNICO.

ESCENA PRIMERA.

Despues de la estrepitosa obertura de timbales y clarines, se levanta el telon, y aparece el teatro de calle pública, con magnifica portada de taberna, y su cortina apavellonada de un lado, y del otro tres, ó quatro puestos de verduras y frutas, con sus respectivas mugeres: la tia Chiripa estará á la puerta de la taberna con su puesto de castañas, y Sabastian haciendo soguilla á la punta del tablado en el fondo de la taberna suena la gayta gallega un rato; y luego salen dándose de cachetes Mediodiente, y otro tuno, que buye luego que sale el tio Matute con el garrote y comparsa de Aguadores.
Mediodiente.

Ote he de echar las tripas por la boca,
hemos de ver quien tiene la peseta.

Sabastian.

Aguarda Mediodiente.

Tia Chiripa.

¿Pues qué es esto?
¿Cómo no miran quien está á la puerta
De la taberna, y salen con mas modo?
Y no que por un tris no van la mesa
Y las castañas con dos mil demonios.

Mediodiente.

Los héroes como yo quando pelean
No reparan en mesas, ni en castañas.

Tia Chiripa.

Yo te aseguro::::::

Sebastian.

Moderaos, Princesa;
Pues si no me equivoco, el tio Matute
Con su gente, y sus armas ya se acerca.

ESCENA II.

Tio Matute, su comparsa, y los dichos.


Esquadron de valientes parroquianos,
Ya veis que la opinion de mi taberna
Está pendiente: nadie los perdone,
Y cada qual les dé con lo que pueda.

Mediodiente.

Aguárdate, cobarde.

Tio Matute.

No le sigas;
Y date tú aprision.

Mediodiente.

¿Pues que mas prueba
Quereis, si el otro huye, y yo me quedo,
De qué él os hizo noche la peseta?

Tio

Tengas, ó no la culpa, pues te pillo,

Tú, Mediodiente, pagarás la pena;
Porque la fama, que hasta aquí habrá roto
Mas de catorce pares de trompetas
Por ese Lavapies, preconizando
Mis medidas, mi vino y mi conciencia,
No ha decir jamas, que hubo en mi casa,
Un hurto que importase una lanteja.
¿Se ha de decir que hurtaron quatro reales,
En una que es acaso la primera
Tertulia de la Corte, donde acuden
Sugetos de naciones tan diversas,
Y tantos pitrimetes con vestidos
De mil colores y galon de seda?
¿Aquí donde arrimados los bastones
Y plumas que autorizan las traseras
De los coches, es todo confianza,
Se ha de decir que hay quien faltó á ella?
¿Aquí donde compiten los talentos,
Despues de deletreada la Gazeta,
Y de cada quartillo se producen
Diluvios de conceptos y de lenguas?
¿Aquí donde las honras de las casas,
Mientras yo mido, los criados pesan,
De suerte, que á no ser por mí, y por ellos,
Muchas cosas, quizá, no se supieran ?
¿Aquí há de haber quien robe? ¡ Rabio de ira!
Que se emborrachen, vaya enhorabuena,
Que á eso vienen aquí las gentes de honra;
¿Pero quién será aquel, dempues que beba,

Que hurte, juegue, murmure, ni maldiga
En el baxo salón de mi taberna?

Mediodiente.

Matute, ¿qué apostais cagarro un canto,
Y os parto por en medio la mollera?

Tio.

¿Yo amenazado?

Mediodiente.

¿Yo ladron?

Chiripa.

Esposo,
Déxale con mil diablos.

Tio.

No pretendas
Que dexe sin castigo su amenaza.

Chiripa.

¡Ay Señor! que amenaza tu cabeza,
Y conforme te puede dar en duro,
Tambien te puede dar donde te duela.

Tio.

Tú dices bien. ¡Ah quanto en ocasiones
Las mugeres prudentes aprovechan!

Sabastian.

¡Templanza heroica!

Mediodiente.

¡Formidable aspeto!

ESCENA III.

Remilgada, y los dichos.
Remilgada.

La llave me entregad de la bodega,
Que el jarro se acabó del vino tinto.

Tio.

Yo tengo capitanes de experencia,
Y de robusta espalda, que manejen
Mejor las cubas, y subirle puedan.

Chiripa.

Para esta expedicion fuera muy útil
Que no faltase tu persona excelsa,
No equivoquen el vino veterano;
Pues el que ayer llegó de Valdepeñas,
Aun está moro, y fuera picardía
Consentir que christianos le bebieran.

Tio.

¡Qué discrecion! Ven, pues, porque al momento
La llave saques, y el candil enciendas.

ESCENA IV.

Remilgada, Mediodiente, Sabastian,
y las Verduleras.
Mediodiente.

¿Es posible, divina Remilgada,
Que siquiera la vista no me vuelvas?

¿Y la fé que juraste á Mediodiente?

Remilgada.

Yo no me hablo con gente sin vergüenza;
Ni yo por medio diente, mas, ó menos,
He de exponer mi aquel á malas lenguas,
No teniendo otra cosa mas de sobra
Que los dientes enteros y las muelas.

Mediodiente.

Ya te entiendo, y te juro, dueño mio,
Que nunca he vuelto á ver la Potagera,
Dende la noche que la dí la tunda
Por darte á tí sastifacion:::::

Remilgada.

No mientas,
Que yo el dia te vi de los Defuntos
Ir cácia el Hespital junto con ella.

Mediodiente.

No viste tal:::

Remilgada.
Si ví:::

Dentro suenan
unos cencerros.

Mediodiente.

¿Pero qué salva
De armonía bestial el ayre llena?

Sabastian.

Esto es, Señor, sin duda, que Manolo,
Aquel de quien han sido las probezas
En Madril tan notorias, aquel Joven
Que aluno de las mañas, y la escuela
Del ensine Zambullo, dió al Maestro

Tanto que hacer, en el meson se apea,
Dempues de concluir las diez campañas,
En que la Africa vió: pues su soberbia,
No Cabiendo del mundo en la una parte,
Repartió entre las dos su corpulencia.

Mediodiente.

¿No es este el hijo de la tia Chiripa,
Tu Madrasta, y el que en los patos entra
De que ha de ser tu esposo, pues tu padre
El tio Matute se casó con ella?

Remilgada.

El mismo es.

Mediodiente.

Pues, reniego de tu casta,
¿Para qué me dixites, embustera,
Que me querías? Este era el motivo
De estar conmigo por las noches seria,
Y de darme sisados los quartillos?
¡O santos Dioses! Yo te juro, ¡ah perra!
Que has de ver de los dos qual es mas hombre
En medio del Campillo de Manuela
De naaja á naaja, ó puño á puño,
Y le tengo de echar las tripas juera.

Remilgada.

No te irrites, Señor. ¡Destino alverso,
Suspende tus furiosas influencias!
¿Casarme con Manolo yo? Y que poco:
Primero me cortara la caeza.

Mediodiente.

¿Seras firme?

Remilgada.

.
Testigo el Espartero.
¡Así lo fueras tú!

Mediodiente.

Si te hago ofensa,
Y falto á mi palabra, que me falten
El vino y el tabaco, la moneda
En el juego:::

Remilgada.

No mas, mi bien, que bastan
Los juramentos para que te crea.
Queda en paz.

Mediodiente.

Vete en paz.

Remilgada.

Solo te encargo,
Que no vuelvas á ver la Potagera.

Mediodiente.

¡Ay, que viene Manolo!

Remilgada.

¡Ay que eres tuno!

Los dos.

¡Cielos, dadme favor, ó resistencia!

ESCENA V.

Mediodiente Sabastian y las verduleras.
Mediodiente.

Cuidado, Sabastian, con el secreto.

Sabastian.

Soy quien soy: soy tu amigo, vé, sosiega,
Y tus cosas dispon, pues csto naide
Lo sabe sino yo y las Verduleras. Vase Mediod.
¡O amor! quando en dos almas te introduces,
Y mas quando son almas como estas,
¡Que heroicos pensamientos las sugieres,
Y con que heroicidad los desempeñan!
Pero Manolo viene, ¡santos Cielos!
Aqui del interes de la tragedia,
Y porque nunca la ilusion se trunque,
Influya Apolo la unidad, centena,
El millar, el millon; y si es preciso,
Toda la tabla de contar entera.

ESCENA VI.

Manolo de tuno con capita corta y montera, y la posible comparsa de pillos, y Sabastian.
Manolo.

Ya estamos en Madril, y en nuestro barrio,
Y aquí nos honrará con su presencia

Mi madre, que si no es una real moza,
Por lo ménos vereis una real vieja.
La patria ¡que dulce es para aquel hijo,
Que vuelve sin camisa, ni calcetas!
Sin embargo de que eran de Vizcaya
Las que sacó en el dia de su ausencia.

Sabastian.

¡Manolo!

Manolo.

¡Sabastian! Dame los brazos:
Y no extrañes, amigo, me sosprenda
De verte en un estado tan humilde.
¿Tú manejar esparto, en vez de cuerdas
Para asaltar balcones y cortinas?
¿Tú, que por las rendijas de las puertas
Introducias la flexible mano,
La aplicas á labores tan groseras?
¿Que es esto?

Sabastian.

¿Que ha de ser? Que se ha trocado
Tanto Madril por dentro y por ajuera,
Que lo que por ajuera, y por adentro
Antes fué porquería, ya es limpieza.

Manolo.

¿Como?

Sabastian.

Son cuentos largos: pero, amigo,
Tú con tu gran talento considera

Como está todo, quando yo me he puesto
A Sastre de serones y de esteras.

Manolo.

Dime mas novedades. ¿Y la Pacha,
La Alifonsa, la Ojazos la Tuerta?

Sabastian.

En San Fernando.

Manolo.

Si sus vocaciones
Han sido con fervor, dichosas ellas.

Sabastian.

No apeteciéron ellas la clausura,
Que allí las envocáron de por juerza.

Manolo.

Pues que tirano padre les da estado
Contra su voluntad á las doncellas?

Sabastian.

Ya sabes que entre gentes conocidas
Es la razon de estado quien gobierna.

Manolo.

¿Y nuestros camaradas, el Zurdillo,
El Tiñoso, Braguillas y Pateta?

Sabastian.

Todos fuéron en tropa.

Manolo.

Dende chicos
Fuéron muy inclinados á la guerra,
Y el dia que se hallaban sin contrarios
Jugaban á romperse las cabezas,

Sabastian.

Permíteme que gane las albricias
De tu llegada,

Manolo.

Yo te doy licencia.

Sabastian.

Pero no ay para que, pues ya te han visto.

Manolo.

¡Cielos, dadme templanza y fortaleza!

ESCENA VII.

La tia Chiripa y los dichos.
Chiripa.

¡Manolillo!

Manolo.

¡Señora y madre mia!
Dexad que imprima en la manaza bella
El dulce beso de mi sucia boca.
¿Y mi padre ?

Chiripa.
Manolo.

Sea norabuena.
¿Y mi tia la Roma?

Chiripa.
Manolo.

¿Y mi hermano?

Chiripa.

En Oran.

Manolo.

¡Famosa tierra!
¿Y mi cuñada?

Chiripa.

En las Arrecogidas.

Manolo.

Hizo bien, que bastante anduvo suelta.

ESCENA VIII.

Los dichos y el Tio, y la Remilgada.
Tio y Remilgada.

Manolo, bien venido.

Manolo.

¿Quien es este,A la tia.
Que tan serio me habla, y se presenta?

Chiripa.

Otro padre, que yo te he prevenido,
Porque con la horfandá no te afligieras.

Manolo.

¿Y qué destino tiene?

Tio.
Tabernero.

Con dignidad; y Manolo
y su Comparsa le hacen
una profunda y expre-
siva reverencia.

Chiripa.

Y esta, que es rama de la misma cepa,
Es su hija y tu esposa.

Remilgada.

Yo fallezco.

Chiripa.

Repárala que aseada y que compuesta.

Manolo.

Ya veo que lo está.

Chiripa.

¿Vienes cansado?

Manolo.

¿De qué? Diez, ó doce años de miseria,
De grillos y de zurras son lo mismo,
Para mí, que beberme una botella.

Tio.

¿Como te ha ido en presillo?

Manolo.

Grandemente.

Sabastian.

Cuenta de tu jornada y tus probezas
El como por menor, por arrobas.

Manolo.

Fué, señores, en fin, de esta manera.
No refiero los méritos antiguos,
Que me adquiriéron en mi edad primera
La comun opinion: paso en silencio
Las pedradas que dí, las faldriqueras
Que asalté, y los pañuelos de tabaco,
Con que llené mi casa de banderas,
Y voy sin reparar en acidentes
A la sustancia de la dependencia:

Dempues que del Palacio de Provincia
En público salí, con la cadena,
Rodeado del exército de pillos,
A ocupar de los Moros las fronteras,
En bien penosas y contadas marchas,
Sulcando rios y pisando tierras;
Llegamos á Algeciras, dende donde
Llenas de ayre las tripas y las velas,
Del viento protegido y de las ondas,
Los muros saludé de la gran Ceuta.
No bien pisé la arena de sus playas,
Quando en tropel salió, si no en hileras,
Toda la guarnicion á recibirnos,
Con su Gobernador en medio de ella.
Encaróse conmigo, y preguntóme:
¿Quien eres? Y al oir, que mi respuesta
Solo fué: soy Manolo: dixo serio:
Por tu fama conozco ya tus prendas.
Dende aquel mismo istante, en los diez años
No ha habido expedicion, en que no fuera
Yo el primerito. ¡Que servicios hice!
Yo levanté murallas: de la arena
Limpié los fosos: amasé cal viva:
Rompí mil picas: descubrí canteras;
Y en las noches y ratos mas ociosos
Mataba mis contrarios treinta á treinta.

Tio

¿Todos Moros?

Manolo.

Nenguno era Christiano,
Pues que de sangre humana se alimentan.
En fin, de mis pequeños enemigos
Vencida la porfia y la caterva,
Me vuelvo á reposar al patrio suelo,
Aunque segun el brio que me alienta,
Poco me sastiface esta jornada,
Y solo juzgo que salí de Ceuta
Para correr dempues las demas Cortes,
Peñon, Orán, Melilla y Aljucemas.

Sabastian.

Y entretanto á las Minas del Azogue
Puedes ir á pasar la Primavera.

Tio.

Habla á tu esposo.A la Remilgada.

Remilgada.

Gran Señor, no quiero.

Tio.

¡Que gracia! ¡que humildad! ¡y que obediencia!

Chiripa.

Ven, pues, á descansar.

ESCENA IX.

La Potagera y los dichos.
Potagera.

Dios guarde á ustedes.

Y tú, Manolo, bien venido seas,
Si vuelves á cumplirme la palabra.

Manolo.

¿De que?

Potagera.

De esposo.

Manolo.

Pues en vano esperas;
Que tengo aborrecidas las esposas
Dempues que conocí lo que sujetan.

Potagera.

Tú me debes :::

Manolo.

¿Al cabo de diez años
Quieres que yo me acuerde de mis deudas?

Potagera.

Mira que de paz vengo, no resistas,
O apelaré al despique de la guerra;
Pues á este fin mi exército acampado
Dexo ya en la vecina callejuela.

Tio.

¡Ola! ¿que es esto?

Potagera.

Es un asunto de honra.

Tio.

¡Cielos, que escucho! Aquí de mi prudencia.
(Haced vosotros gestos entretanto,
Que yo me pongo así como el que piensa.)


Pausa.
Manolo.

¡Que bella escena muda!
Y voy á declararme.

Tio.

Ya he resuelto,

Chiripa.

Pues revienta.

Tio.

Aquí hay quatro intereses. El de mi hija;
El de Manolo, que á casarse llega;
El nuestro, que cargamos con hijastros;
Y finalmente el de la Potagera,
Que pretende que pague el que la debe,
Y es justicia, con costas excetéra.
Pausa.
Manolo ha de casarse con mi hija.Resuelto.
Este mi gusto.

Remilgada.

¡Cielos, que sentencia!

Tio.

Con que es preciso hallar entre tu honra,
Y mi decreto alguna convenencia.

Potagera.

Mi honor valia mas de cien ducados.

Tio.

Ya te contentarás con dos pesetas.

Potagera.

No lo esperes.

Tio.

Pues busca quien le tase.

Potagera.

Lo tasarán las uñas y las piedras.

ESCENA X.

Mediodiente, y los mismos.
Mediodiente.

Yo te vengo á servir de aventurero;
Pues hoy quiere el destino que dependa
Tu suerte de la mia.

Potagera.

Yo te estimo
La generosa, Mediodiente, oferta,
Porque mientras yo embisto cara á cara,
Tú por la retaguardia me defiendas.

Manolo.

Amigo, Mediodiente:::

Mediodiente.

No es mi amigo
Quien del honor las leyes no respeta.
Y sabré:::

Manolo.

¿Qué sabrás? ¿Como á la vista
De este feróz exército no tiemblas?Señala á los Pillos.

Mediodiente.

Nunca el páxaro grande retrocede

Por ver los espantajos en la higuera.

Potagera.

Haz que toquen á marcha.

Sabastian.

(Si nos vamos
Todos á un tiempo se acabó la fiesta.)

Mediodiente.

Yo le ofrezco á tus pies rendido, ó muerto.

Remilgada.

¡Ay de mí!

Tio.

¿Que es aquesto?

Remilgada.

Ya que llega
A este extremo mi mal, no se malogre
Mi gusto por un poco de vergüenza,
Que solo es aprehension; y sepan quantos
Aquí se hallan, que por tí estoy muerta,
Y que te he de matar, ó he de matarme,
Si vuelves á mirar la Potagera.

Mediodiente.

No lo creas, mi bien ::::: mas mi palabra
Empeñada está ya por defenderla.
Aquí me llama amor, aquí mi gloria.
¿Donde está mi valor? ::: ¿Mas mi fineza
Adonde está tambien? ¡O injustos hados,
Que de afetos contrarios me rodéan!

Manolo.

(¡Como exprime el cornudo las pasiones!)

Mediodiente.

Pero al fin de este modo se resuelva.
Lidiaré por la una y á la otra
Sastifaré despues. Al arma.

Manolo.

Guerra.

Potagera.

Avanza Infantería á las Castañas.

Manolo.

Amigos, asaltemos la Taberna;
Y á falta de clarines y tambores,
Hagan el son con la Gayta Gallega.

ESCENA XI.

Los dichos y al verso Avanza Infantería salen unos Muchachos, que á pedradas derriban el puesto de castañas, y andan á la rebatiña, Manolo y los Tunos entran en la Taberna, y suena ruido de vasos rotos. La Chiripa anda á patadas con los Muchachos ,y luego se agarra con la Potagera. El Tio tiene á la Remilgada desmayada en sus brazos. Sabastian está baylando al son de la Gayta: y luego salen dándose de cachetes Manolo y Mediodiente; y á su tiempo, quando le da la navajada, se levantan las tres Verduleras, y van saliendo Tunos y Muchachos, y forman un semicirculo, haciendo que lloran con sendos pañuelos, &c.
Manolo.

¡Ay de mí! Muerto soy.

Mediodiente.

Me alegro mucho.

Remilgada.

Ya respirar podemos.

Chiripa.

¿Quien se queja?

Tio.

No te asustes; no es mas de que á tu hijo
Le atravesaron la tetilla izquierda.

Manolo.

Yo muero::: No hay remedio. ¡Ah, madre mia!
Aquesto fué mi sino::: Las estrellas:::
Yo debia morir en alto puesto,
Segun la heroicidá de mis empresas;
¿Pero que hemos de hacer? No quiso el Cielo:
Me moriré, y dempues tendré pacencia.
Ya no veo los bultos::: aunque veo
Las horribles visiones que me cercan.
¡Ah tirano! ¡Ah perjura! ¡Ay, madre mia!
Ya caigo::: ya me tengo::: vaya de esta.Cae.

Chiripa.

¡Ay, hijo de mi vida! ¿Para esto
Tantos años lloré tu triste ausencia!
¡Oxalá que murieses en la Plaza,
Que al fin era mejor que en la Plazuela!
Pero aguarda, que vov á acompañarte
Para servirte en lo que te se ofrezca.

¡O Manolo, el mejor de los mortales!
¿Como sin tí es posible que viviera
Tu triste madre? ¡Ay! allá va eso.Cae.

Tio.

Aguárdate muger, y no te mueras::::::
Ya murió, y yo tambien quiero morirme
Por no hacer duelo, ni pagar esequias.Cae.

Remilgada.

¡Ay padre mio!

Mediodiente.

Escúchame.

Remilgada.

No puedo,
Que me voy á morir á toda priesa.Cae.

Potagera.

Y yo tambien, pues se murió Manolo,
A llamar al Dotor me voy derecha,
Y á meterme en la cama bien mullida:
Que me quiero morir con convenencia.

ESCENA ULTIMA.

Sabastian, Mediodiente, las comparsas y los defuntos.
Sabastian.

Nosotros nos morimos; ¿ó que hacemos?

Mediodiente.

Amigo, ó es Tragedia, ó no es Tragedia?
Es preciso morir; y solo deben

Perdonarle la vida los Poetas
Al que tenga la cara mas adusta:
Para decir la última sentencia.

Sabastian.

Pues dila tú, y haz cuenta que yo he muerto,
De risa.

Mediodiente.

Voy allá. ¿De qué aprovechan
Todos vuestros afanes, jornaleros,
Y pasar las semanas con miseria,
Si dempues los Domingos, ó los Lunes,
Disipais el jornal en la taberna?


cae el telon, y se da Fin.