Página:13 Cartas del Famoso Conquistador Hernán Cortés.pdf/398

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mos, parece que los de la ciudad mandaron á ciertos esclavos [1] suyos que mirasen si nos retraiamos, ó qué haciamos. E como se asomaron por una calle, arremetieron diez ó doce de caballo y siguiéronlos de manera que ninguno se les escapó. Cobraron desta nuestra victoria los enemigos tanto temor, que nunca más en todo el tiempo de la guerra osaron entrar en la plaza ninguna vez que nos retraiamos, aunque solo uno de caballo no más viniese, y nunca osaron salir á indio ni á peón de los nuestros, creyendo que de entre los piés se les habia de levantar otra celada. Y esta deste dia, y victoria que Dios nuestro Señor nos dió, fué bien principal causa para que la ciudad más presto se ganase, porque los naturales della recibieron mucho desmayo y nuestros amigos doblado ánimo; y así, nos fuimos á nuestro real, con intencion de dar mucha priesa en hacer la guerra y no dejar de entrar ningun dia hasta la acabar. E aquel dia ningun peligro hubo en los de nuestro real, excepto que al tiempo que salimos de la celada se encontraron unos de caballo y cayó uno do una yegua y ella fuése derecha á los enemigos, los cuales la flecharon, y bien herida, como vió la mala obra que recibia, se volvió hacia nosotros [2], y aquella noche se murió;

  1. La servidumbre es de derecho de gentes secundario, supuestas las guerras y ambicion de los hombres, y así la introdujeron los mexicanos.
  2. El instinto de los caballos y yeguas es tan grande, que se puede tener por el más vivo despues del de los elefantes, de los que y de los caballos se refieren cosas maravillosas, particularmente en el reconocimiento á sus dueños, y en no querer admitir á los extraños.