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otras dos puentes de otras calles que van cerca desta del mercado, y se cegaron muchos pasos; de manera que de cuatro partes de la ciudad las tres estaban ya por nosotros, y los indios no hacian sino retraerse hácia lo más fuerte, que era á las casas que estaban más metidas en el agua.

Otro dia siguiente, que fué dia del apóstol Santiago, entramos en la ciudad por la orden que antes, y seguimos por la calle grande[1], que iba á dar al mercado, y ganámosles una calle muy ancha de agua, en que ellos pensaban que tenían mucha seguridad, y aunque se tardó gran rato y fué peligrosa de ganar y en todo este dia no se pudo, como era muy ancha, de acabar de cegar, por manera que los de caballo pudiesen pasar de la otra parte. E como estábamos todos á pié, y los indios veían que los de caballo no habian pasado, vinieron de refresco sobre nosotros muchos dellos muy lucidos; y como los ficimos rostro y teniamos muchos ballesteros, dieron la vuelta á sus albarradas y fuerzas que tenian aunque fueron hartos asaeteados, E demas desto todos los españoles de pié llevaban, sus picas, las cuales yo habia mandado facer despues que me desbarataron, que fué cosa muy pro-

  1. Esta calle grande que iba al mercado de Tlatelulco es, en mi juicio, la que sigue por San Francisco, junto á la acequia principal hasta la plaza de Santiago Tlatelulco en derechura, en medio está la parroquia de nuestra Señora de la Redonda.