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chas torres de la ciudad; los de caballo se vieron en harto trabajo, y les fué forzado retraerse, y al retraer les hirieron tres caballos; y así, se volvieron Pedro de Albarado y su gente á su real, y nosotros no quisimos ganar aquel dia una puente y calle de agua que quedaba no más para llegar al mercado, salvo allanar y cegar todos los malos pasos; y al retraernos apretaron reciamente, aunque fué á su costa.

Otro dia entramos luego por la mañana en la ciudad, y como no habia por ganar fasta llegar al mercado sino una traviesa de agua [1] con su albarrada, que estaba junto á la torrecilla que he dicho, comenzámosla á combatir, y un alférez y otros dos ó tres españoles echáronse al agua, y los de la ciudad desampararon luego el paso, y comenzóse á cegar y aderezar para que pudiésemos pasar con los caballos; y estándose aderezando, llegó Pedro de Albarado por la misma calle con cuatro de caballo, que fué sin comparacion el placer que hobo la gente de su real y del nuestro, porque era camino para dar muy breve conclusión á la guerra. Y Pedro de Albarado dejaba recaudo de gente en las espaldas hilados, así para conservar lo ganado como para su defensa; y como luego se aderezó el paso, yo con algunos de caballo me fuí á ver el merca-

  1. Pudo ser donde hoy está el puente que llaman de las Guerras.