los dichos navíos, hizo ciertos requerimientos á los capitanes y maestres dellos para que subiesen al puerto y surgiesen en él de paz, sin que la tierra recibiese ningun agravio ni alteracion, requiriéndoles asimismo que si algunas provisiones tenian de vuestra majestad para poblar ó entrar en dicha tierra, ó en cualesquier manera que fuese, las mostrasen, con protestacion que, mostradas, se cumplirían en todo, segun que por las dichas provisiones vuestra majestad lo enviase á mandar. Al cual requerimiento los capitanes y maestres respondieron en cierta forma, en que en efecto concluian que no quieran hacer cosa alguna de lo por el teniente mandado y requerido; á cuya causa el teniente dio otro segundo mandamiento, dirigido á los dichos capitanes y maestros con cierta pena, para que todavía se hiciese lo mandado y requerido por el primero requerimiento; al cual mandamiento tornaron á responder lo que respondido tenian; y fué así, que viendo los maestres y capitanes de cómo de su estada con los navíos en la boca del rio por espacio de dos meses y más tiempo, y que de su estanda resultaba escándalo así entre los españoles que allí residían como entre los naturales de aquella provincia, un Castromocho, maestre de uno de los dichos navíos, y Martin de San Juan, guipuzcoano, maestre asimismo de otro navío, secretamente enviaron al dicho teniente sus mensajeros, haciéndoles saber que ellos querian paz y estar obedientes