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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

justificación de su conducta. Lo aceptó porque era preciso tener un flirt y que fuera un chic, y para ella lo era también que la sociedad le viese á sus pies, esclavo del afecto que debia suponer le había inspirado, siendo su dueña y señora. Él tampoco había sentido por ella esos espontáneos sentimientos que arrastran y hace olvidar todo lo que no se haría con un poco de reflexión. Lo que le lisonjeaba era ese amor propio tan común en los hombres y tan fatal para las mujeres que se dejan engañar, era que la sociedad y el público hubiesen visto que él había sido el primero que había sabido inspirar á Yolande un afecto que la había llevado á él, desdeñando á tantos otros adoradores; satisfecho ese amor propio y cansado de ella, buscaba sin pudor otra mujer que diese nuevas satisfacciones á su fatuidad. Si esas relaciones hubiesen sido un misterio para el público, como no había afecto en ninguno de los dos, se habrían separado riendo y quedando amigos.

Pero el amor propio de Yolanda sufría horriblemente, y fué llorando de cólera á echarse en brazos de la Baronesa, que reía á mandibula batiente de ese despecho; y después de calmarla con razones propias de una mujer corrida, práctica y sin escrúpulos,