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VÍCTIMAS DEL CHIC.
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habia dado algún disgusto. Al volver á las delicias de creerse amada cuando ella quería al Vizconde, y á las engañosas alegrías, comparó esa vida elegante con la que su madre la invitaba á observar, empezando por ir unos dias al convento á alcanzar el perdón. Ya se guardó de confiarlo á sus burlonas amigas; pero no tenía secretos para el Vizconde, mientras que éste no le confiaba más que los que inventaba, encaminados á cogerla más y más, y á lisonjear su amor propio de mujer, que tanto gusta, en general, al bello sexo saber secretos - lo que no hay que echárselo demasiado en cara, ya que lo heredaron de Eva - salvo la dificultad para algunas de guardarlos; y el mejor medio de que los revelen, es decirles que nada saben, pues se pican y sueltan la sin hueso sin pararse en barras. Hay quienes, al revelarlos los adornan de tal manera, que no los reconoce ni el desdichado que se los confió: esto no va con todas.

Yolande sentía esa necesidad de desahogar las cuitas, que es difícil contener, y con nadie podía hacerlo mejor que con el dueño de su corazón, el que la oyó en son de fisga, y dijo tales burlas que la excitaron y acabaron de remacharla en esa vida, hacién-