rosas; y á esa ternura se mezclaba el remordimiento
de haber desechado la senda que el deber y la gratitud filial le señalaban. Ya casada, lo dolía, que ya
que había alcanzado de su madre el sacrificio de establecerse en París, no haber observado esa vida
que, sin excluir las relaciones, las alegrías y los
goces sociales y aún brillantes propios do su caudal, y tomada con moderación. satisface y mantiene su encanto; que sin esas impaciencias irreflexivas
y esas falaces satisfacciones de amor propio, habría
encontrado en las relaciones de Mercedes una acogida en familias distinguidos que, halagando su
amor propio, la habrían traido la estima y consideración de que su prima gozaba, con la que había
sido ingrata y desdeñosa impertinente, conservándose honrado y digna á sus propios ojos.
Reflexionó en la vida, en el carácter, en los pocos escrúpulos de sus amigas y sabiendo los secretos de todos, lo recordaba con horror, y al anatematizar su conducta, se anatematizar á si misma, compadeciéndolas de su ceguedad y dando gracias al cielo de que, al castigarla le había hecho caer le venda fatal que haciéndola andar sobre roses, las llevaba al abismo, sintiendo clavarse su alma á regiones