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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

mil de réditos, de los cuales cedió la mitad á su marido.

Yolande quería recomendarle para que le dieran una ocupación cualquiera, aun sin retribución, pues con los diez mil francos podía vivir sin carecer de lo necesario, porque temia esa vida ociosa, que podría llevarle á malas compañías y quizás á malas acciones. Pero él, sin tener el talento y la gracia de un joven poeta muy conocido, decía como éste: « Yo sucumbo, pero no trabajo.» Pasaba la vida ganduleando en los boulevares y en todos los sitios que ofrecían una distracción cualquiera, hasta seguir las músicas militares, y en las tarde iba al Club des panés[1] en donde se sientan los que habían tenido, como él, carruaje, y los que no lo han tenido nunca, á verlos pasar. Esto es más positivo y menos tantalesco que lo que aquel que decía á sus hijos, que si se conducían bien, los llevaría á tomar helados en el café Tortoni.


  1. Panés es un vocablo inventado, que quiere decir arrancado, y asi se llama el sitio, a la entrada de la avenida del Bosque de Boloña, en que se sientan á ver pasar los carruajes.