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VICTIMAS DEL CHIC

riencia y ya sin ilusiones, le dolería haber nacido si la fe no la alentara, y envidia á los que, como Svlvain y Mercedes, se retiran al campo, frecuentando lo menos, que pueden ese mundo engañador, y gozan en una atmósfera para de las delicias de la familia, del contento de aliviar el infortunio de sus semejantes, esperando con dulce serenidad el fin de, sus días!

X

Cuando el criado anunció Yolande, el asombro de ambos fué tan grande como si habiese caído un aerolito; pero ella no esperó A saber si la recibirían y siguió hasta la sala, echandose á los pies de Mercedes.

—¿Tú en mi cesa y á mis pies?

Yolande hizo ademán de besarlos.

—Levántate y di sentada lo que tienes que decir, le dijo con dignidad, ¿Qué significa esto?

Yolande se sentó, los ojos bajos, dejó correr dos lágrimas y trémula y confusa, le dijo:

—He pedido perdón a mi madre, y mi madre me ha perdonado, y ahora vengo á pedírtelo á ti.