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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

dida que Yolande elegía numerosos y costosos trajes, como si los necesitara en una provincia; pero no quiso intervenir por temor de que tomara como envidia lo que sería la expresión del buen sentido. Bien veian aquellas sagaces que era una ricacha de provincia, que pagaría al contado, cosa que no les sucede siempre. Si se sumara lo que se debe en las grandes casas á la moda, se encontraría un verdadero caudal [1] .

Para respirar otra atmósfera, los llevó en seguida á paseo en carruaje descubierto por la calle de Rivoli, con sus bellas arcadas, paralela á los jardines da las Tullerías, siguiendo por la hermosísima plaza de la Concordia, con sus fuentes monumentales, en donde empiezan los soberbios Campos Elíseos, siempre


  1. Hace dos años esas grandes casas se dieron recíprocamente la lista de las damas que no pagan, comprometiéndose todos á no servirlas más. Un periódico se hizo de la lista, y empezó la publicación de A á C, pero un famoso costurero impidió que siguiera la publicación: así que sólo fueron conocidas del público las damas de aquí y del extranjero, cuyos nombres empiezan por esas letras, con gran gusto de las que seguían que pudieron respirar. Una viuda muy conocida acababa de casarse con un A, cuando el nombre de su primer marido fue W. debió casarse más tarde. ¡buena se armó!