Ir al contenido

Página:7 de julio - novela (1906).djvu/159

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
155
7 DE JULIO

le manifestó su alto criterio terapéutico en estos términos:

— Al señor le convendría tomar una tacita de tila. Voy á hacérsela. ¿Hay lumbre en esta cocina?

— Hija mía, Soledad, Soledad—gritó bruscamente D. Urbano, como el que despierta de un sueño.—¿Dónde estás?

— Aquí... No me separo un instante.

— ¿Sabes que no te veo?...—añadió el enfermo con mucha agitación.— ¿Pero hay luz en el cuarto?

— Luz hay.

— ¡Ah! sí... ya distingo, ya veo algo... Pero nada más que sombras. ¿Estás aquí?... ¡Qué espanto! Me quedo ciego... Yo no te veo bien... ¿Hay alguien más en el cuarto?

—Nadie más?. Doña Rosa ha pasado á la cocina.

— Dime; ¿has echado algo en mis ojos?... f Yo no te veo bien... Me quedo ciego. ¿Ha* echado algo en mis ojos? -¿Yo?

— Podía ser. Te empeñas en matarme. Como pronunciaste aquel nombre que era un puñal... jOhl ¡Dios míol ¿Qué obscuridad es ésta que me rocka? Soledad, mis ojos se nublan. Dime: ¿esto es morir? ¿Se muere así?

— Eso no es nada. Una irritación del cerebro. Procure usted dormir.

El anciano descansó su cabeza en la almohada, y parecía caer en profundo sueño.

— Si viniese Anatolio...—murmuró,—despiértame al instante. Quiero verle.