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Página:7 de julio - novela (1906).djvu/166

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B. PÉREZ GALDÓS

B. PÉREZ G ALDOS

— El batallón Sagrado... jah!... vaya usted

á saber, niña,—le contestaron.

— Allí está mi primo,—dijo otro.

— Lo manda San Miguel.

— Entonces debe de andar por el cieloañadió un chusco,—pues si es sagrado y lo manda un arcángel...

Soledad se dirigió á otro grupo; pero no Había abierto la boca, cuando oyó gritar:

— ¡Paso, paso!

Y estuvo á punto de quedarse sorda, por el estrépito de los cañones, que arrastrados á escape por poderosas muías, venían calle adelante, rechinando, saltando, rebotando sobre cada piedra. Soledad empezó á comprender que Dios la abandonaba en aquel trance, que la ocasión y el lugar no eran á propósito para buscar á un hombre perdido en la inmensidad del batallón Sagrado, y en la hora crítica de la revolución. Esta idea la afligió tanto, que quiso hacer un esfuerzo, sobreponerse con animoso espíritu á las circunstancias, y seguir hasta donde pudiera, con desprecio de la vida. Erale indispensable buscar y encontrar, en aquella misma mañana, á la única persona de quien podía esperar auxilio de todas clases en su desesperada situación. Recordó á su padre moribundo, sin recursos, la pobre casadesampa» rada, que muy pronto sería invadida por feroces polizontes; y cerrando los ojos á todos los peligros, al formidable aparato de tropas; desoyendo el rugir de la Milicia, el estruendo de las preparadas armas, dió algunos pasos hacia el arco de Boteros.