r. PÉREZ G ALDOS
No obstante, como eran gente aguerrida, rehiriéronse sin tardanza; habían puesto á su cabeza á los granaderos de premio y á los gastadores de luenga barba, algunos de los cuales eran veteranos de las guerras de la Independencia y del Rosellón. Los milicianos tenían en su vanguardia toda la gente menuda, los cazadores, la juventud entusiasta, los menestralillos, los hijos de familia, los señoritos y los horteras. Pero Dios, que siempre protege á los débiles, quiso en aquel crítico día infundir en el alma de los pobres chicos una fuerza inaudita; y si los guardias arremetían con vigor, las descargas cerradas de aquella juventud impertérrita, que no veía el peligro ni hacía caso de la muerte, detenían á los orgullosos veteranos.
En Boteros consiguieron adelantar algo, y llegó un momento en que las manos de los gastadores pudieron tocar el cañón. En el ángulo que el pórtico forma con la Plaza hubo desconcierto, cierto pánico entre los milicianos, y amenazaba presentarse un verdadero peligro, si esfuerzos supremos no restablecían la superioridad hasta entonces demostrada per los defensores del pueblo.
Palarea, á caballo junto á la pieza de artillería, dió un grito horrible, y con el sable vigorosamente empuñado por la trémula diestra, rugió órdenes. El comandante de la Milicia que mandaba en aquel punto á los cazadores, sintió en su interior un estremecimiento terrible, una rápida sensación de frío, á que siguió súbito calor. Ideas ardorosas cruzaron por su