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Página:7 de julio - novela (1906).djvu/173

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7 DE JULIO

soente; su corazón palpitaba con violencia; su naris pequeña perdió el color; resbaláronsele por la nariz abajo los espejuelos de oro; apretó el sable en el puño; apretó los dientes, y aleándose sobre las puntas de los piececillos, hizo movimientos convulsivos, semejantes á los de un pollo que va á cantar; tendiéronsele las cuerdas del pescuezo; púsose como un pimiento, y gritó:

— j Vi va la Constitución!... ¡Cazadores de la Milicia... carguen!

Era el nuevo Leónidas, D. Benigno Cordero. Impetuoso y ardiente, se lanzó el primero, y tras él los cazadores atacaron á la bayoneta.

Antes de dar este paso heroico, verdaderamente heroico, jqué horrible crisis conmovió ^1 alma del pacífico comerciante! D. Benigno no había matado nunca un mosquito; D. Benigno no era intrépido, ni siquiera valiente, en la acepción que se da vulgarmente á estas palabras. Mas era un hombre de honradez pura, esclavo de su dignidad, ferviente devoto del deber, hasta el martirio callado y trío; poseía convicciones profundas; creía en ta libertad, y en su triunfo y excelencias, como en Dios y sus atributos; era de los que preconizan la absoluta necesidad de los grandes sacrificios personales para que triunfen las grand€s ideas, y viendo llegado el momento de ofrecer víctimas, sentíase capaz de ofrecer su vida miserable. Era un alma fervorosa dentro áe un cuerpo cobarde, pero obediente.

Cuando vió que los suyos vacilaban indecisos; cuando vió el fulgor del sable de Palarea