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Página:7 de julio - novela (1906).djvu/183

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7 DE JULIO

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ros por todas partes, siendo los más certeros los que venían de las ventanas bajas del regio alcázar. Raines lacayos y gente cobarde, de esa que se cría en lo más bajo de los palacios,, ayudaba á defender el último baluarte del despotismo. Sin embargo, cuando avanzaron los patriotas, lograron desalojar de los altos de la Plaza al destacamento de rebeldes, las ventanas bajas se cerraron como las altas, y desde entonces la procesión anduvo por dentro. Viéronse pañuelos blancos agitados en los grupos de rebeldes que se reconcentraban en la plaza de la Armería ó en la puerta del Príncipe, y cesó el fuego.

Un parlamentario apareció gritando en nombre, del Rey: Que cesen los fuegos, y que vaya á Palacio el General Moi illo, pues peligra la vida de S. M.

Entonces fué cuando Ballesteros dió la famosa contestación: Diga usted al Rey que haga rendir las armas inmediatamente el los facciosos que le cercan } pues de lo contrario las bayonetas de los Ubres penetrarán persiguiéndoles hasta su Real Cámara.

Hasta aquel instante todo se había llevado con acierto. Los milicianos habían hecho proezas; los generales se habían portado con dignidad y bizarría; el pueblo victorioso, mas no embrutecido por la matanza ni ebrio de sangre, se había detenido con respeto, quizás excesivo, ante la puerta sagrada del Palacio de sus Reyes, obedeciendo á una sola palabra de éste* los soberbios guardias, insolentes como <el ausolutismo que defendían, sin respeto á