fusil á un compañero, diciéndole que vuelves pronto?
Salvador se echo á reir.
— No te impacientes. Está ya convenido que los guardias rindan las armas, y de un momento á otro las han de entregar ahí junto, en la plaza de la Armería. ¿Ves cómo se mueve la Milicia que está hacia el arco? Pues es que va á presenciar el acto de la rendición.
No había concluido de decirlo, cuando se oyó el estruendo de una descarga. ¡Extraordinaria alarma en el pueblo que llenaba la plazal El batallón Sagrado se estremeció todo de un punto á otro. Disponíanse las fuerzas á un nuevo combate, cuando corrió esta voz:
— Los guardias han hecho una descarga á la Milicia que iba á presenciar la rendición.
Y después esta otra:
— Se escapan por la escalera de piedra que baja al Campo del Moro.
Y luego no se oyó más que esto:
— ¡Huyen, huyen á la desbandada!
— Se van—dijo con alegría Sólita, viéndose obligada á separarse de su amigo.—Mejor: así se acabará más pronto.
Inmediatamente oyéronse las voces de mando. Toda lá gente armada se puso en movi1 miento para perseguir á los fugitivos. Ballesteros y Palarea bajaron por la calle de Segoj via, Copons por la Cuesta de San Vicente con
- la caballería de Almansa. Morillo, con los guardias leales y el regimiento del Infante D. Carlos, marchó hacia Palacio, con objeto sin duda
de seguir á los fugitivos por donde mismo