B. PÉREZ G ALDOS
—Sí: el Sr. Gil de la Cuadra ha fallecido.
— ¿Y Naranjo?—preguntó Sarmiento coa vivísimo interés.—¿Ha espichado también?
— Ha huido.
— A mí con esas... Registraremos la casa. Si tropezáramos con D. Víctor Sáez ó con otro pajarraco gordo, jqué gloria, muchachos, qué gjoria para nosotros l
Pero sus pesquisas no les dieron la satisface ción de prender á nadie, y cuando el bravo Don» Patricio salía, iba diciendo:
—Bien mucrt) está, ¡por vida de la chilindrainal A fe que no se ha perdido nada... Vámonos de aquí, que esto da tristeza, y hoy es día de felicidad... ¡Viva la...
Salvador le tapó la boca, y empujándole violentamente, le echó fuera de la casa. Los demá» habían salido antes.
XXIV
Dos días después, el 9 de Julio, Salvador, cumplidas los últimos deberes con el desgraciado D. Urbano, llevóse á Sólita á su casa. Desde aquel día, su hermana era más hermana, y debía quererla y protegerla más.
— Ahora—le dijo cuando entraron ambos en un coche de plaza, —no te faltará nada. Vivirás en mi casa tranquilamente con mi madre hasta que se presente tu primo, que casi es ya ¿u marido. Seguramente ha salido con los.