DB JULIO
209
Cuando Salvador se presentó en su casa, después de las pesquisas que hemos descrito y de otras que siguieron á aquéllas, iba triste. Sin duda llevaba malas noticias.
— No hay que perder la esperanza, querida Sola— dijo cariñosamente á su hermana.—Las noticias que hoy te traigo son muy buenas. Ya se sabe que no murió en la jornada del 7; que fué herido, aunque levemente; que después de dos días de estar escondido en sitio que se ignora, le cogieron los milicianos al querer entrar en la que fué tu casa. No se sabe más.
— jEntonces está en Madrid!— manifestó Soledad con sorpresa, mirando con azoramiento á un lado y otro como si temiera ver entrar una visita desagradable.
— Ten calma y paciencia, que ya vendrá,— dijo Mousalud observando el rostro de su hermana.
Después añadió, hablando consigo mismo:
— ¡Qué propio está el uno para el otrot ¡Será lástima que esta pareja se descabalel
A sus ojos, la huérfana, que bajo su amparo exclusivo vivía ya, quizás para siempre, era una criatura de estimables prendas, buena como los ángeles; pero sin ninguno de aquellos encantos que fascinan y encadenan el al U