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Página:7 de julio - novela (1906).djvu/39

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7 DE JULIO

llenar los escaños. Su primera mirada fué para el Duque, que también recorrió con los ojos el piso alto, buscando al autor de sus discursos. Fijóse luego el joven en los diputados de ambos grupos, en los de la gran montaña democrática, que eran los que daban interés á las .sesiones, y en los templados, que con su moderación importuna procuraban quitárselo. Vió á los grandes demagogos de aquellos días, Alcalá Galiano, Escobedo, el Duque de Rivas, Istúriz, Beltrán de Lis, Infante, Ruiz de la Vega; vió á les doceañistas Argüelles, CaugaArgüelles, Alava, Valdés; á los Ministros Sierra Pambley, Bulanzat, Clemencia, Romarate, Moscoso, Parelly y Martínez de la Rosa, objeto de la atención general por parte del público de las tribunas.

Un hombre como de cuarenta y cinco años, de mediana estatura, presencia simpática, rostro medianamente agradable, sin barba, de ojos azules y aspecto en general pacífico y bonachón, subió á la Presidencia. Era el hombre de la época, el caudillo de la libertad, el héroe de las Cabezas, el ídolo de los hombres libres, el lujo más querido de la madre España, el pa ire de los descamisados, D. Rafael del Riego.

Los primeros momentos no ofrecieron interés. Murmullos insignificantes, un rumor perezoso, verdadero bostezo de la Cámara luchando con su propia desgana, marcaron el período de las preguntas. Habló un ministro, hablaron dos ó tres diputados, y aquellas palabras fugaces se perdieron, sin que nadie hiciera caso de ellas, como una conversación de