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Página:7 de julio - novela (1906).djvu/46

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B. PÉREZ GALDÓS

Al verse perdido, miró á la tribuna, esperando que la presencia de un amigo, devolviéndole la serenidad, le devolviese el evaporado discurso; pero entonces su angustia fué más grande. El amigo, el secretario, el confidente había desaparecido.

Entonces el Duque sintió un mareo espantoso; en su garganta formóse un nudo; miró al Presidente con desesperación, con angustia, como un náufrago que pide socorro.

Los diputados todos le observaban, aguardando á ver en qué pararía aquello. Su Excelencia tartamudeó excusas que nadie pudo comprender, y al fia exclamó con voz clarar

— Señores diputados, señor President a... He dicho.

v

Después de arrastrar miserable vida durante todo el año 21 en un lugar del camino de Francia, D. Urbano Gil de la Cuadra pudo volver á la Corte tolerado, si no perdonado, por la policía. Amparóle para esto un generoso desconocido á quien él creía compatriota suyo, y que, interesándose por él, le pudo conseguir lo más parecido á un indulto, ó sea la negligencia del Gobierno. Favorecidos por aquella negligencia, tan caritativa en el asunto de Gil de la Cuadra, mil y mil pillos conspiraban por el triunfo de todas las banderas conocidas.