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Página:7 de julio - novela (1906).djvu/52

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B. PÉREZ GALDÓS

. B. PÉREZ GALDÓS

quitaba aquella prenda.—Este papá mío es más travieso... Otro día saldreflhos juntos.

— Ya te he dicho que no quiero salir.

— A tomar el sol.

— Aborrezco el sol,—repuso Gil de la Cuadra con laconismo.

— A tomar el aire.

— Aborrezco el aire.

— A ver á Madrid.

— Madrid me repugna, me enardece la sangre, me mata.

— A ver la gente, á distraerte un rato.

—¡La gente! [Bonita cosa quieres enseñarmel ¡La gente! Si los ojos no sirvieran más que para ver gente, no valdría la pena de tenerlos.

— Vamos, vamos: basta de locurillas. Dios se enfada con los que dicen eso.

— Basta, regañona. Ahora me toca á mí. ¿En dónde has estado hoy tanto tiempo?

Soledad vaciló un momento antes de dar contestación; ¡tanta era su repugnancia á mentir!

— He ido á entregar una obra que había concluido... Por cierto que he venido muy á prisa para que no estuviera usted solo.

— Por eso no. Solo estoy yo perfectamente

— dijo el viejo con displicencia.—No me gusta

ver espantajos delante. No me gusta que cuando salgas, te lleves las llaves de todo como si

yo fuera un ladrón. »

— ¿Y para qué quiere usted las llaves?—preguntó Soledad con el mayor desconsuelo, dejándose caer sobre una silla y abrazando á su padre.—¿Para qué quiere usted las llaves? TV