B. PÉREZ GALÜÓS
Milicia nacional de entonces no era, como alguien puede creer, un organismo militar formado con carne plebeya y artesana, sino que todas las clases sociales habían puesto en ella bu magra y su tocino. Jóvenes de la clase media y de las familias más distinguidas se honraban con el uniforme de la M. y la N.
No puede darse heterogeneidad más abrumadora que la de aquella sociedad política. El Rey era absolutista, el Gobierno moderado, el Congreso democrático; había nobles anarquistas y plebeyos serviles. El ejército era en algunos cuerpos liberal, en otros realista, y la Milicia abrazaba en su vasta muchedumbre todas las clases sociales. Sólo la Milicia era lo que debía ser. Ya se verá también que era lo que más valía.
Hacían la guardia los milicianos en diferentes puntos. Visitón osles en uno de ellos, en la Casa-Panadería. Aquel edificio tenía entonces el mismo aspecto de hoy, es decir, que parecía estar roído por los ratones y manchado por las moscas. Su frontis lleno de figuras al temple, no había palidecido tanto, es verdad, y conservaba algo del rojo subido, como un reflejo de las llamaradas de los autos de fe; pero el cuerpo bajo y la galería de sillares estaban ya comidos de miseria, como se suele decir; tal era su deplorable vista á causa del tiempo y el abandono. En la gran sala baja estaba el cuerpo de guardia, el cual era dormitorio, comedor, garito, locutorio, cátedra, café, con algo de club y no poco de casino, y hasta de logia, apurando mucho,