VI
y pretendía ocuparlas como pertenecientes a la go-
bernación de la Asunción. Declinando prudentemente
el conflicto, Juan de Garay prefirió seguir rumbo aguas
abajo, hasta que examinadas cuidadosamente las
costas de Uruguay y del Plata tuvo por lo más
acertado reprobar el punto que Don Pedro de Men-
doza y Juan de Ayolas habían denominado Ciudad
de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María
de Buenos Aires.
- En fuerza de su origen, la nueva ciudad na-
ció pues y continuó por mucho tiempo como una
dependencia de la gobernación del Paraguay;gobe-
nada a su vez por Lugar-tenientes de gobernador,
que unas veces eran nombrados por el Adelantado
o gobernador general residente en la Asunción, otras
por delegaciones que hacía el mismo Lugar-teniente
al ausentarse o al morir, otras por el Virrey del Perú
otras por el Rey mismo con el título de Almirantes
de la Mar del Sur, sin que para este orden de nom-
bramientos hubiese todavía más regla hasta 1600
que la mayor jerarquía de aquel que los otorgaba:
de lo que resultaba que en el conflicto de tales nom-
bramientos primaba el que hacían los Reyes; después
el de los Virreyes, el del Adelantado a falta de los
dos primeros, el de los Cabildos en casos de muerte
o acefalía; y las delegaciones por ausencia que en
muy poco tiempo quedaron extinguidas.
- Digno es de notarse en la secuela de las actas
que componen el presente volumen, comparadas con
las del anterior, como se va haciendo sentir de una
manera gráfica la vigorización progresiva del nue-
vo y reciente municipio. Se comienza a ver en ellas
que aunque supeditado a la gobernación de Para-
guay, la condición geográfica del terreno comienza