Escribir un libro es siempre tarea difícil de llenar cumplidamente; pero las dificultades suben de punto si el libro ha de responder á las exigencias de la enseñanza en cualquiera de sus grados, y aunque parezca paradójico, es aun más difícil acomodarlo á las propias de la enseñanza elemental. La razón, sin embargo, es óbvia; sintetizar en breves páginas aquellos conocimientos pertinentes al fin que se persigue entresacándolos del abundante arsenal de las ciencias, ordenarlos de modo que constituyan un verdadero cuerpo de doctrina en el que no falle lo esencial ni huelgue lo impertinente, relacionarlo para que la unidad no sea un mito y exponerlo en forma tal que resulte perfectamente acomodado al nivel intelectual de los que han de utilizarlo y al caudal de conocimientos antoriormente adquiridos por los mismos, para que la enseñanza no peque de deficiente si el autor no ha sabido utilizar aquéllos, ó resulte estéril el esfuerzo del alumno por elevarse á esferas más altas de lo que permiten sus fuerzas, cosa es que exige gran meditación después del acabado conocimiento de la materia que debe suponerse en el que acomete la empresa.
Y si tales dificultades han de hallarse en toda ocasión, éstas acrecen cuando el objeto del libro es una tan vasta ciencia como la Fisica, en la que, á pesar de la diversidad aparente de su objeto, ha de ponerse formal empeño en que resulte tangible la unidad de causas, base esencialísima de la actual organización de sus conocimientos. Por eso es frecuente hallar libros en los que sus autores demuestran gran empeño en responder á este último fin, pero en los que no se traduce tal intento en hechos prácticos, pues no basta considerarlo á cada paso y en una y otra página; es necesario además que la estruc-