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XVIII

Ella nos ama en la fortuna adversa,
lo mismo que en la próspera fortuna;
por sonreímos plácida se esfuerza,
temiendo acongojarnos, importuna;
y sin que nada su cariño tuerza
hasta el postrer adios que nos aúna,
nos da la inspiracion, que se sublima
vestida con las galas de la rima.

XIX

En las persecuciones y el martirio
que enjendra la política ajitada,
y en las vicisitudes del delirio,
cuando vacila y tiembla la pisada,—
ella nos brinda suavidad de lirio
para templar la fibra relajada,—
el bálsamo inefable de su beso,
que el hijo lleva en su conducta impreso.

XX

Por qué no tienen madre los que lloran?
los que se arrojan á luchar al mundo,
ó los senos recónditos esploran
de la conciencia—piélago profundo?
Por qué no tienen madre los que moran
en la ignominia del placer inmundo,
la lumbre disipando de sus dias
en un amor avaro de armonias?