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Los hombres que me vieron clamaron á porfia:
«Aquél sigue la moda de la época, no más!
«imita á los modelos y ahoga su alegria
«bajo la loca farsa de un duelo pertinaz!»

Mentís! chalanes viles de hönras y de afectos!
tenderos maricones que os escondeis del sol!
Debierais ocuparos en ver si son perfectos
los córtes de vestido, las botas de charol!..

Mentís! porque yo cargo sobre mi frente un mundo
de sueños y esperanzas que cumpliré á mi vez...
Mentís!—mi pensamiento frenético, profundo,
no tiene cual vosotros la marca de la hëz!

Yo acopio los retazos de un canto jigantesco,—
autopsia de la vida, que rasga el corazon;
un canto sin riberas, homérico·dantesco:
la multiforme lucha de indómita pasion.

Sabéis lo que fué dicho?—«Es noble la cabeza
«llevar á los viajeros que por la tierra van;
«ser alto de cien codos! pasar con jentileza
«por cima de sus restos, cual soplo de huracan!..

«Que veinte siglos luégo conserven la memoria
«de aquellos veinte años, la flor de nuestra edad....»
y eso lo dijo Hugo, mimado de la gloria,
titan de la palabra, Caton de la verdad.—

O nécios petulantes! ó nímios pequeñuelos!
sólo ostentais de hömbres el largo pantalon.
Contemplo vuestra vida de míseros desvelos,
de afan liliputiense,—-y os tengo compasion!!—

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