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¡Cómo tu acento, cariñoso amigo,
En lo interior del pecho resonaba!
¡Y cómo entónces tu sin par dulzura
Mitigó mi dolor y mi amargura!

¡Oh! ¿qué fuera de mí sin tus favores,
Genio de bendicion, numen divino,
Muertas del alma las fragantes flores
Y errante de la vida en el camino?
Abrumada de penas y dolores,
Víctima infausta del feroz destino,
Mi esperanza feliz sucumbiría
Al fiero impulso de la duda impía.

Nunca, jamás mi corazon llagado
Con férvido entusiasmo palpitara,
Ni mi pobre laud abandonado
Llena de noble emulacion pulsara,
Si no sintiera tu poder sagrado,
Si tu gloria inmortal no iluminara
Con los destellos de tu llama ardiente
Las enlutadas sombras de mi mente.

Porque eres tú, dulcísima creencia,
Vívido faro de explendor interno,
Hermosa flor de incomparable esencia
Nacida junto al trono del Eterno;
El ángel tutelar de mi existencia,
Que me sigue do quier constante y tierno,
Del mismo Dios emanacion querida
Vida del alma, y alma de la vida.




Cuando ya estaba próximo el momento en que debia para siempre eclipsarse la pura luz de aquellas miradas, cuando al estertor de una violenta convulsion habia de quedar inerte aquel noble corazon, reasumiendo todas sus fuerzas un dia