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- La Señora. - La Prima Tonta.

El Señor, que piensa en todo ménos en la conversacion. - Linda novela; á fé mia !

La Señora. - Una novela infame, caballero. El Señor, distraidamete. - Si, un poco infame, pero bella.

La Señora. - Oh ! este baron Hulot ! El miserable! En su propia casa ! Bajo el techo conyugal ! Con una criada! Si esto no es una abominacion? y esta baronesa que lo descubre en flagrante delito; en el momento en que abraza á esa maritornes (Con sombría energía.) En lugar de la baronesa, yo los habria apuñalcado á los dos !

El Señor, imperceptiblemente molestado. - Mi buena amiga, lo exageras todo. Ten confianza en el hombre al cuál has confiado el cuidado de tu felicidad; no hay que convertir nada en negro en la vida. Si la baronesa hubiera apuña!eado á esa pareja evidentemente culpable, esta doble ejecucion habria causado un escándalo de todos los diablos: el conserje hubiera subido. Además, las alfombras ... no piensas en las alfombras ... ensucian mucho, los asesinatos ... Sin contar, cara amiga, con que el puñal es un arma desusada. Antes, en tiempo de M. Molé - gentil hombre - el puñal era bien visto. Hoy el puñal no se emplea en ninguna parte, ni siquiera en las riñas de los arrabales. Vé las crónicas de los tribunales.

La Señora. - ¿ A dónde vas á parar?

El Señor. - A nada, cara amiga. Te exaltas y yo te calmo, Hé ahí todo.

La Señora. - Se diria en verdad ...

El Señor. - ¿ Se diria qué? Veamos.,.

La Señora. - Escucha, Andrés !

El Señor. - Querida, yo tiemblo. He notado que cada vez que me llamas por mi nombre, me espetas generalmente una tirada larga, solemne é indignada.

La Señora.. - Crees librarte de todo con mofas. Te prevengo que si alguna vez ... Por otra parte, no quiero ni siquiera pensar en ello, sería una cosa horrible !

El Señor, - ¿ Qué es lo que seria una cosa horrible!

La Señora., permanece un instante silenciosa; en seguida estallando de repente. - Desde que esta Ana ha entrado aquí, estás muy raro, señor mio!

El Señor. - Vaya! veo que tomas el acento de la señorita Housseill! Sabes, sin embargo, que la violencia no te hace bien. El doctor Gérard te ha recomendado la calma y los emolientes. Debo decirte que estos emolientes ...

La Señora., con dignidad. - No cambie usted de conversación, señor mio, porque mis sospechas se trocarian en certidumbres. Por lo demas, no es fea esa muchacha. Son tan materiales los hombres! ...

El Señor, leal y paterllalmellte. - Hija mia, dices tonteras de

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