El Señor.- Me jurais ... me jurais... Estos botines están ridículamente lustrados !
Ana toma los botines, los contempla un momento y los arroja al medio de la pieza. - Y bien ! lústralos tú!
- ¿Qué tal es el clima de Montevideo?
- Magnifico, señor. Tiene un aire muy puro. Se puede llegar á octogenario en muy poco tiempo.
Artista. - Señorita, es usted verdaderamente hermosa. ¿ Quiere que la haga al óleo?
- ¿ Me toma usted por sardina?
- Eso no es muy lindo , rehusarme cien pesos; un amigo debe ayudar al otro.
- Sí, pero tú siempre qui eres ser el otro.
- ¿ Dice usted que me ama, Arturo?
- Si, con delirio.
- ¿ Y cómo me lo prueba usted?
- Lo Juro por ...
- Júremelo usted por algo formal, por algo dé que no pueda usted prescindir.
- Pues bien, Matilde, se lo juro á usted por mi sueldo.
Un commerciante le escribe una carta muy apasionada á una señorita, y agrega:
P. S. - Sirvase contest ar inmediatamente, porque tengo otra en vista.