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Que el dolor, buen amigo, no me arredra;

 Toma el cincel cortante
y haz una estátua de la pobre piedra.»
 (« Yo crigiré contigo
Un monumento expléndido á mi nombre,
Le dijo el escultor, seré tu amigo,
Las nobles formas te daré del hombre,
Te daré de los ángeles las alas,
Y si el arte me inspira como pienso.
Entre el oro, y las luces, y las galas,
En este templo te darán incienso. »
Dijo, y la piedra se llevó consigo.
Pasó un mes y otro mes, y cierto día
La piedra al escultor así decía:
« Mas quisiera en la casa de un mendigo
 Vivir abandonada,
Que sufrir lo que sufro entre tus manos:
 Son mis lamentos vanos :
Por el duro martillo destrozada
A cada instante sin cesar me siento;
Me hiere tu cincel á cada instante,
 Y tu buril punzante
Insensible prolonga mi tormento;
Ya no puedo con tanto sufrimiento. »
 « La cólera te ciega,
Le contestó el artista, sé prudente,
Es preciso que sufras, ten presente
Que nadie sin dolor á un templo llega. »

Tal es del hombre la doliente historia:
Siempre en la tierra apura
 Un cáliz de amargura,

Para llegar al templo de la gloria.
José Rosas (Mexicano).