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que era protectora del hombre y de su hacienda, levantó la competente acta de aquella ceremonia, infamante para los que la decretaban.

Uno tras otro, cayeron centenares de volúmenes entre las destructoras llamas; el pueblo, generoso siempre, prorrumpió en gritos de justa indignación; pero el acto se llevó hasta su total realización. Cuando los que llamaremos sacrificadores—por no darles otro nombre—satisfechos de su obra, en la creencia de que habían acabado con la nueva doctrina, se retiraban del lugar del sacrificio, el pueblo se arrojó sobre la hoguera, aun humeante, y pudo arrebatar á su voracidad algunos fragmentos de páginas. En unos se leía: pluralidad de mundos habitados; en otros, pluralidad de existencias del alma; en éstos: comunicación del mundo visible con el invisible; en aquellos: no existen penas eternas, y en todos:

Fuera de la caridad no hay salvación posible. Reducido á sus leyes fundamentales, todo el Espiritismo, ¿Qué más necesitaba la inteligencia estudiosa?

Lo que luego ha sucedido, ya lo saben los lectores. La hoguera aquella se extinguió, el libro se vende hoy públicamente, la idea cuenta por millares los adeptos y los hace numerosisimos y con pasmosa rapidez.—¿Quién pudo detenerla? Nadie. ¿Quién podrá detenerla? Nadie tampoco.

MANUEL CORCHADO.

Madrid 9 de Noviembre de 1872.


LA CASA DEL PADRE
Daniel Suárez.—Medium

Él hizo que se edificara para sus hijos.

Él hizo que fueran ley el calor y la luz, para que en ella fueran ley la fecundidad y la vida.

Y de aquí la fuerza, y de esta el movimiento.

Cada centro de vida trajo á sí su esfera de existencia, y la casa fué dividida en moradas.

Y el espíritu habita en ellos; Entra el Padre en la morada de sus hijos, y sus hijos buscan lo morada del Padre. Para encontrarle va el espíritu de morada en morada. Y no sale de la casa, porque toda la casa es cielo, y el cielo es universo, y el universo es infinito.

Hijos del Padre sois los hijos de la tierra y la tierra es una de las moradas de su casa.

No os creais separados, desprendidos del azul de vuestras mañanas de estío; ni lejos, desterrados de la brillante estrella de buenas noches frias. Porque sois tambien azul de esos cielos que admirais, y tambien estrella de la noche que envuelve vuestros ojos.

Vuestra morada es el cielo de la morado anterior- y la morada que os espera, cielo de la morada que habitais.

Sois parte integrante de un centro que reside en vuestro sol, parte á su vez de una de los inmensas fajas de mundos y soles innumerables, anillos que eternamente se eslabonan en el espacio.

Allí está vuestro porvenir, y en esos caminos vuestro bien. Cada uno de esos mundos tiene un lugar para vosotros.

No tiene límites la bondad del Padre, ni la gloria que reserva para sus hijos. No tienen fin les bellezas de su casa.

Andad por ella en camino de sabiduria y en senda de virtud, y os ireís aproximando a la perfeccion del Padre.

Haced todo esto, y todo lo encontrareis hecho y perfecto para vosotros. Asi buscareis y saldrá á vuestro encuentro lo que sea buscado: pedíreís y se os dará; soñareís y será real vuestro sueño; llamareis y el Padre os contestará en la estancia de vuestra propia morada; sentireis cómo habla en vuestro corazon.

Para ser perfectos como Él, cread para los demás, como Él creó para todos.

Vuestra creacion debe ser como la del Padre, impulso de amor y fuente de bien.