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ranza cansada, sus temores inmensos, sus ale- grías contarles.

Solo en medio de la creacion, raras veces vislumbraba un espíritu que lc alentuse, muy pocas sentia alguna. emenacion divino que le conmoviese.

En teles casos, y comprendiendo que para avanzar hay necesidad de sufrir, podía con todos sus fuerzas un anvor especiulísimo , una encarna- olon do llanto y pruebes, oscura y menosprecia- de, una vida de dolores, poro quo lo psíqnís misterioso valoro triunfante desde los horrores de una cárcel (annual, desecha por ln tortura, ú 1M mágicas regiones donde la armonía de los matices, de los sonidos, y de los sentimientos inundan el espíritu de amor 6 lo creado y ú lo mercado.

INCARNADO.

Y el espíritu de Amelia Josefina Guíllerma cayó en este planeta, resignado con su suerte, alentado por lo esperanza, y dió vida. ú un ser débil, pobre, triste; y llegó un tiempo cn que una niño de oomplexlon delicada, cubierto de haropos, de rostro feo, donde la miseria ajabo leo facciones, y donde se posxlmn con disgusto las miradas do los trunseuntes, pedir. una limosna, agazaplda en el díntel de una puerta, alargando con timidez ln mono, besando con amor lo moneda que alguno vez se le nrrojaba por compaaion, y tatirando aquello con desaliento cuando la encontraba vacía.

Sér quo examinado detenidamente, y por otro que poseyorn el don de adivinar los pensamien- tos y los pesones, llevaba en ln mirada. le reve- lncíon de superiores designios; ser compuesto (le meterla delemoble , y espíritu ávido de lo infini- to, que debia llenar en lo tierra unn miíon do sufrimientos, para que destruido la primera velero el segundo á las celostes momlna quo el 361110 outrcvé y lo virtutl franqueo.

Los hombres pasaban indiferentes ante ln mi. sera mendigo; un mundo superior tenia puestos los ojos desde lo alto sobre un espíritu que con los pm de en enMi-nacion se arrastraba por el suelo, y con las alas del deseo ae comia en los soles.

No mireis á las criaturas que padecen, como inferiores al vosotros, porque carla ser esun mis- terio.

Federico Moja y Bolívar.


LLORAR Y REIR.

Un tiempo fué, que soñando
Pasé le vida riendo;
Lloro luego despertando,
Y hoy no sé que hacer, mirando
Que voy sin sentir muriendo.

Es ello, que es nuestra vida
Por mitad sueño y velada;
Y aun al fin de la partida
No sé si ha de ser reida
Nuestra muerte, ó si llorada.

Mas si al dormir y soñar
Pude tan sólo reir.
Y si morir es dormir
Un sueño sin despertar...
¿Quién llorará por morir?

J. de Huelbes.