+ Tenemos hetairas para los placeres del espíritu, rameras para el placer de los sentidos y esposas
para darnos hijos. (Demóstenes)
cola entre mis amigos. No tengo ver- gúenza de mi cuerpo. Para mi vieja es un tema tabú.
¡Fernando, 20 años
— ¿Qué nombre le ponías de chiquito
a la vulva? _—Simplemente, concha.
—Cuando tus hermanas hablaban de los genitales, ¿lo hacían delante tuyo?
—Generalmente no. Si se hablaba en algunos casos era sobre el tamaño.
—¿Sabías para qué servía la vulva?
—No, de chiquito sabía lo que eran las relaciones sexuales, pero pensaba que tanto éstas como por donde orina- ban las mujeres era por el ano. Me ente-
ré de la verdad al hablar con mis ami- gos. —Si se habla sobre lo sin nombre con tus amigos, ¿en qué forma se hace?
—Siempre se usa para decir “¡Qué concha!” con el sentido de que es muy grande por el uso o algo por el estilo.
—¿Con respecto a tus órganos geni- tales?
—Entre los flacos no hay problemas de hablar o mostrarnos unos a otros, y se habla también sobre el tamaño o las cosas que puede hacer cada uno.
Mónica, 66 años
—Con mi madre nunca hablamos sobre eso, eran otros tiempos, cuando
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