Página:Alternativa Feminista 1.djvu/38

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varones no andan trabajando en ello.

Y sin embargo no deja de haber va- rones que indirectamente cuestionan, sin saberlo, parte de la cultura del patriarcado, a través de la crítica a as- pectos de nuestra cultura —el poder, la relación con la naturaleza— que en la medida en que trascienden el ámbito de los modos de producción pueden ser re- lacionados con el predominio masculino,

Ello nos invita a reflexionar sobre el hecho de que la misma reivindicación de lo femenino viene propiciada por algo que es en cierto modo neutro si no un igno de crisis masculina: la crisis de ci- vilización.


vI

Si es la reivindicación de las muje- res y la reivindicación de lo femenino aquello que históricamente nos permite empezar a hablar de lo neutro, también es cierto que la reivindicación de lo fe- menino se produce en un contexto his- tórico muy concreto, aquel en el que las crisis de determinados valores y su- puestos de la civilización (masculina) obliga a pensar alternativas. Varones y mujeres empezamos a desconfiar de las economías productivistas, esto es del culto a lo grande, a lo abundante, al acto que se justifica por la eficacia producti- va. De otra parte empezamos a estar cansados de explicar las miserias del ré- gimen soviético por las dificultades in- ternacionales o a suponer que basta con corregir ciertos desviacionismos para conseguir un socialismo auténtico. Se cuestiona la idea de poder, grata hasta hoy a la mayoría de la izquierda. Existe

+ un clima donde aparecen los ecologis- tas, los parapsicólogos, los nuevos filó- sofos, los marxistas libertarios, los-radi- cales, los macrobióticos, etc. Como al- ternativas son muy dispares, pero como

36 síntoma no. Creo que sin la crisis de las

grandes evidencias de un período que empieza con el siglo XV o con la Revolu- ción Industrial no sería tan probable que algunas mujeres empiecen a reivin- dicar lo femenino como otro modo de hacer las cosas.

. ¿Habría conducido una civilización no sexista a poner en peligro la supervi-. vencia del planeta? ¿Es eP patriarcado la matriz de toda tendencia al poder in- controlado del Estado? Las cosas no son tan claras y considerar por ejemplo los modos de producción como meras eta- pas del patriarcado es algo que oscila entre lo obvio y lo gratuito. Una concep- ción dialéctica de la historia considera- ría que sólo hoy puede plantearse como a'ternativa social y no sólo como utopía personal una sociedad en la que se dé la equiparación de los sexos y una supera- ción de actitudes frente a la naturaleza y el poder (que no derivan de los condi- cionamientos biológicos del macho hu- mano pero sí se correlacionan con su pa- pel opresor y director de la especie).

Con las debidas cautelas —uno pro- cura evitar la costumbre masculina de hablar sobre las mujeres y no sobre los varones —me atrevería a decir que sin la crisis de los modelos productivistas y socialburocráticos las posibilidades ob- jetivas de que las mujeres impugnasen lo masculino en lugar de reivindicar só- lo su acceso a ello serían mucho meno- res. La entrada de las mujeres en el mundo de la normalidad se produce en un momento en que éste carece de capa- cidad de entusiasmar a nadie.

Se plantea así una posible conver- gencia entre movimientos de distinto ti- ecologista, feminista, antiautorita- jncluso obrero, con las debidas re- servas. Es una posibilidad, no un pro- nóstico. El riesgo del particularismo, del gremialismo, es evidente. Sin em- bargo a mí me parece más problema la ausencia de reflexión masculina anti-