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.4 Iternativa F:-nainista

LAS (sans:-ms Y OTRAS FEMINISTAS

Segfm los sexélogos modernos, casi to- dos los hombres —especialmente de edad madura— suefian con tener una geisha para uso personal. La idea de ser atend1- dos por una japonesita que les mastique la comida, les rasque el lomo, les hable de rodillas y nunca los contradiga, los ha- ce estremecer. En teoria eso no tiene na- da de malo. Pero si se lleva a.la practica, me pi-ogunto cuantos machos occidenta- les soportarian tan dulce compafiia por mas de veinte minutos sin chillar de abu- rrimiento.

La geisha, como tantas otras cosas, es un invento japonés. Es una de las pocas cosas que ellos producen sin tener que co- piérselas a los alemanes. Igual que los ikebanas (el arte de armar un florero con un solo crisantemo raquitico) o el Kunffi (la ciencia de partir un hfgado con un solo dedo), las geishas son el resultado de la paciencia y la escasez. Con muy pocos elementos y mucho esfuerzo, consiguen mejores resultado que nosotros con mu- chos elementos y poco esfuerzo.

Antiguamente estas damas entraban al oficio a los diez afios, pero ahora el sindi- cato impide el trabajo de menores de ca- torce. Esos cuatro afios hacen toda la di- ferencia, porque antes su amo podfa gri- tonearlas, en cambio ahora leen a la Si- mone Beauvoir. De todos modos, reciben un entrenamiento mas estricto que el de un samurai, lo cual es muy légico, puesto

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Exlraldo de ilet-Muier N° 44 - Cmle

Isabel Allende La mala vida - VENEZUELA

que es mas dificil lograr que un pobre ti- po se sienta el duefio del mundo a punta de masajes y cantitos, que partirlo de arriba abajo de un certero sablazo. Para graduarse, las geishas de antes tenfan que ser expertas en todas las artes, saber de polftica, de matematicas (?) y mucho erotismo. Hoy se les pide solo lo filtirno, porque lo demas lo hacen las computa- doras. Hace un siglo todavia quedaban en Japén algunos viejos gordos y ricos que podfan mantener una geisha, pero en la actualidad nadie puede hacer eso.

Probablemente la mayorfa de los ma- chitos del monton que suefian con tener su geisha para que los mire con o,os de adoracién, se conforrnarian con tener un perro que los mire de la misma forma, si supieran lo caro que cuesta mantener- la. Un kimono de fiesta, por ejemplo, va- le 10 mismoqueun Toyota, conladiferen- cia de que se usa una sola vez y no trae aire acondicionado. Solo las grandes mul- tinacionales japonesas pueden financiar una geisha. La llevan en jet a las reunio- nes de directorio en otras capitales del mundo, como un simbolo de la antigua cultura nipona. Los ejecutivos occiden- tales se quedan boquiabiertos de asom- bro el primer cuarto de hora y después bostezan disimuladamente, mientras ella canta con gemidos de gato y camina en cutro patas. No se ha hecho la miel para la boca del asno. 9

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