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XI

LA NOCHE

Armando se presentó en casa de Ernesto. Eran las seis de la tarde.

— Estás pronto? le preguntó.

— Sí; saldremos cuando quieras.

— ¿Qué hacias cuando llegué?

— Estaba leyendo.

— ¿Quiéres instruirte?

— Quiero poder escribir.

— Ah! ah! ¿Y no sabes que los que escriben se mueren de hambre?

— Y eso?

— Si no te importa has hecho la mitad de tu carrera. Vamos.

Los dos amigos salieron.

— No sabes, desgraciado, continuó Dupont, que