— Vaya! Ya lo has dicho: quince nacionales.
— No, hombre, tres! Perdí un nacional, el tiempo y el trabajo. que no fué poco.
— Entonces aquí se escribe .....
— Para gastar tinta y papel, nada mas. Pero comamos; la sopa se enfria.
La comida fué alegre. Armando hizo beber á Ernesto mas de lo regular, de modo que al levantarse los manteles estaba bastante achispado.
— Son las ocho y cuarto. dijo Dupont. Vamos. al teatro. ¿Tienes la llave de tu casa?
— Sí; por qué?
— Porque es probable que nos retiremos tarde.
— Siempre la llevo en el bolsillo.
Durante toda la representacion, Ernesto estuvo atento á la pieza. Disgustóle mucho, segun dijo á Armando en uno de los entreactos, la costumbre que tienen varios caballeros y señoras, de llegar á la mitad del acto, interrumpiendo así la atencion del público.
Cuando terminó la funcion, salió junto con Armando.
— Poco he venido á los teatros, dijo, pero creo que es la mayor inconveniencia eso de levantarse