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mente las cuadras que lo separaban de su casa, tratando de ocultarse y creyendo que todos los que le miraban adivinarian su vergonzoso estado.

Al llegar á ella sintió que el corazon le latia con violencia. Entró dando traspiés y sumamente turbado.... Manuela estaba en el patio. Al verla creció su temor; trató de conservarse en equilibrio, de ocultar su semi-embriaguez, pero en vano..... La niña lo miraba con asombro. Se acercó á ella, pensando que un esfuerzo bastaria para poder ocultar lo que le pasaba, pero el temor, la vergüenza y mas que todo la creciente flojedad que iba apoderándose de sus miembros, hicieron que caminase haciendo eses. Ella le miraba siempre. Un paso mas y estaria al lado de Manuela...... Pero, al ver su rostro desencajado, las huellas espantosas que habia impreso en sus facciones esa noche terrible, sus lábios grietados, por cuyas estremidades aparecian pequeñas partículas de espuma blanquecina, y la aureola azulada que rodeaba sus ojos fosforecentes, la jóven dió un paso atrás, lanzando un grito.

— ¡Qué horror! esclamó entrando presurosamente á su habitacion. ¡Qué vergüenza!

El jóven permaneció en medio del patio, tan in-