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na que no quiere creer lo que han visto sus ojos, por mas que esté cierta de ello.

— ¡Quién lo hubiera pensado! exclamaba. ¡Cómo suponer semejante cosa!

— Qué hay Dolores? pregunto Manuela, alzando la vista.

— Lea, lea Vd. lo que dice este diario!

— Dónde?

— Aquí, y Dolores señalaba una noticia colocada casi en la última columna de la hoja.

Manuela leyó. Pero apenas hubo concluido, lanzó un grito, levantándose y arrojando el diario lejos de sí. Un instante despues volvió á sentarse, tan pálida como una muerta. Lo que habia leido era esto:


EN LA SECCION 4a.— Anoche fué conducido á la comisaria de la Seccion 4a. de esta Capital el individuo Ernesto Gonzalez, por ebriedad y escándalo.

Parece que este jóven se ha entregado desde tiempo atrás y por completo á la bebida, provocando por esa causa los mayores desórdenes. Así, pues, no es esta la vez primera que visita las comisarias.

Anoche, sentado en el cordon de una vereda, se